miércoles , 27 noviembre 2024
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La familia de Pascual Duarte

Camilo José Cela
Revista Nuestro
Tiempo

En las palabras “Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo” que tras prólogos y preliminares abren esta novela, resuenan ecos de la picaresca del Siglo de Oro. Inolvidables estos inicios clásicos:

“Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes…” o “Yo, señor, soy de Segovia”. Quien traza con letra rudimentaria decenas de cuartillas desde la cárcel de Badajoz, quien quiere dar a entender que no hay maldad en su conducta, es un condenado a muerte, Pascual Duarte. Tiene cincuenta y pocos años y antecedentes de crímenes y de iniquidades.

Y pide clemencia. Es 1937, y es la España de abajo, y cuesta encontrar referencias a la Guerra Civil. Ni especifica las circunstancias en que asesinó — en las convulsiones iniciales de la contienda— a un terrateniente extremeño, “don Jesús González de la Riva, conde de Torremejía”. Un transcriptor ha pasado a limpio esas hojas.

Fue un éxito editorial inmediato y de traducciones.

Se añadirán varias cartas de otras manos, que acrecientan, como paredes de un laberinto, el peso —y el arte— a esta literatura, a ese personaje y su pasado, y sirvieron para burlar la censura. La familia de Pascual Duarte, primer libro de un joven Cela (1916-2002), se publicó en diciembre de 1942. Fue un éxito editorial inmediato y de traducciones. Comparte con la picaresca la narración en primera persona del repaso parcial de una vida.

Y la astucia de que se le remite a alguien esa confesión, ese descargo. Casi la justificación de una biografía desdichada, enredada además en una sociedad sin demasiada misericordia. Hilvana también consideraciones sobre lo miserable de su existencia.

Más que la visión del tremendismo, manera de escribir desgarrada, con salpicaduras de crudeza, descendiente del estilo realista, incluso del naturalista engendrado a finales del XIX, que refleja ambientes turbios y difíciles, barro de verdad, el lector sentenciará qué crédito dar a esas páginas.

Si se muestra clemente, si juzga a ese hombre como una víctima de la desigualdad y el infortunio, si le conmueve el sufrimiento que gotea todo. Si tal vez esa persona primaria tiene envenenado el corazón. O si es solo o sobre todo literatura. La edición más clara, la que preparó Darío Villanueva. 

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