Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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La música es una voz emocional universal que nos acerca a nosotros mismos y a los demás, ya que crea una vía para la empatía y la comprensión. Comunica lo interno creando una conexión espiritual, un reconocimiento de que otros entienden lo sentido. Dentro del caos de la vida, la música es confiable.
Tocas una canción, y sus sentimientos invaden tus sentidos. Un todo que permanece inalterable en el tiempo. A pesar de ello, la existencia no es así. El tiempo pasa, y la gente cambia. Pero la música es ese amigo al que recurrimos porque nos entiende increíblemente bien sin importar donde estemos.
Y por unos breves minutos, vislumbramos el destino. El musicólogo Leonard Meyer lo enuncia de esta manera: “Es la tensión del suspenso en la música (que surge de nuestras expectativas) la fuente de nuestros sentimientos. Un proceso que crea dopamina”. En una perspectiva simplista, son solo frecuencias y notas que sacuden nuestros tímpanos para producir señales eléctricas que interpreta nuestro cerebro.
”La música es suficiente para una vida, pero una vida no es suficiente para la música“ (Serguéi Rajmáninov).
Sin embargo, nadie puede atisbar el tipo de impresiones que se forman cuando escuchamos determinada composición. Jonah Lehrer indica en la revista Wired: “Podemos predecir algunas notas, pero no podemos predecirlas todas, y eso es lo que nos mantiene escuchando, esperando expectantes nuestro premio, a que se complete el patrón. La música es una forma cuyo significado depende de su transgresión”.
La melodía es un lugar y un tiempo en la historia, una emoción que hace vibrar el alma. La música nos ha agasajado durante nuestros mejores momentos y nos ha levantado durante los más oscuros. La canción correcta en el momento adecuado puede afectar una sociedad y brindar sanación y esperanza para el cambio.
Shakespeare decía que “la música calma a la bestia salvaje”, mientras que Hans Christian Andersen creía firmemente que “donde las palabras fallan, la música habla”, siendo así el magno lenguaje del mundo. Marcha como una extensión de nuestra función cognitiva, pintando nuestra realidad en un gran lienzo de imaginación creativa.
Como profesional de la gestión cultural durante dos terceras partes de mi vida, diría que la música es comunicación. Desde el principio de los tiempos ha expresado aspectos de la humanidad y sus complejidades, derribando los límites entre personas de diferentes orígenes, culturas y razas. Aprendamos a escuchar la canción de la vida, pues al final todo es música y la música está en todo.