Ashfaq Yusufzai
Agencia Internacional de Noticias Inter Press Service (IPS)
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Hussain Ahmad, de 50 años, un sastre afgano que emigró a Pakistán hace 30 años, dijo que la afluencia de sastres afganos ha sido problemática porque no encuentran un trabajo que los remunere dignamente. “Hemos contratado a tres sastres que llegaron recientemente tras la prohibición de los talibanes.
Tenemos carga de trabajo en Ramzan, pero después del Eid al Fitr, no necesitaremos sus servicios, y se quedarán sin trabajo”, dijo Hussain, propietario de una tienda en el bazar de Muhajir de Peshawar. Hussain dijo que la gente temía a los talibanes por sus duros castigos. Ikramullah Shah, un profesor de economía, que enseñaba en la Universidad de Kabul, dijo que dejó su trabajo debido a la prohibición de la educación de las mujeres.
“Estamos aquí y mis dos hijas estudian en escuelas privadas. Quiero educar a mis hijas a cualquier precio”, dijo Shah. “He estado enseñando en dos escuelas afganas a tiempo parcial para ganar dinero para mi familia”, explicó. La mayoría de las mujeres que tenían talleres de costura también han dejado de trabajar tras las instrucciones de los talibanes, dijo.
Algunas modistas tenían tiendas muy grandes donde habían contratado a sastres varones y mujeres, pero ahora todas tienen que cerrar las tiendas y trabajar desde casa.
Algunas modistas tenían tiendas muy grandes donde habían contratado a sastres varones y mujeres, pero ahora todas tienen que cerrar las tiendas y trabajar desde casa. Entre los refugiados está Naseema Shah, una mujer afgana que dice que pronto empezará a coser vestidos femeninos para mujeres en Peshawar. Naseema, de 30 años, es una de las 20 mujeres afganas que están a punto de terminar un curso de formación de un mes en Peshawar, apoyado por la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ).
Samir Khan, analista político, dijo que los talibanes se han enfrentado a una enorme presión de la comunidad internacional, incluida la ONU, para que cambien su actitud hacia las mujeres, pero la situación no ha cambiado.
Según Khan, “los talibanes deberían hacer examen de conciencia e intentar formar parte de los esfuerzos mundiales y trabajar por el desarrollo de la mujer”. Pero reconoce que es algo que no va a pasar en el corto plazo. “¿Cómo pueden los talibanes encaminar al país, devastado por la guerra, por la senda del progreso, si no permiten trabajar a las mujeres?”, que son la mitad del país, se preguntó. Pakistán es un país islámico donde las mujeres gozan de igualdad de derechos, puso como contrabalanza.
Khan consideró que las mujeres afganas viven tiempos muy duros, porque no se les permite ir a la escuela, trabajar o participar en actividades sociales. Sajida Babi, una profesora afgana en Peshawar, afirma que las mujeres han sido las víctimas de la crueldad de los talibanes. “Existen estrictos códigos de vestimenta para las mujeres, que deben llevar un velo integral cuando están en el mercado”, afirmó Bibi, de 55 años.
“En mi país, las mujeres no pueden ir a las escuelas ni a los parques a divertirse, y no pueden viajar sin ir acompañadas de un hombre, lo que recuerda a la Edad de Piedra”, lamentó.