Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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Hay varios modelos que intentan revelar cómo debe actuar una persona en aras de una sociedad funcional, pero al final es complejo de discutir porque que la ética está por encima del poder y la riqueza idealizados. Como vocablo, esta se deriva del adjetivo griego ethos, que significa hábito.
Concretamente, la ética es la sapiencia de las costumbres, y, según John Stuart Mackenzie, filósofo británico, es “la ciencia de lo que es correcto o bueno en la conducta humana y de los ideales involucrados en la vida”.Ella trata de nuestro deber para con Dios y el hombre, resumido a la perfección en los Diez Mandamientos. Jesús abrevió esto al expresar: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-40).
Su principio de la Regla de Oro se aplicó en la parábola del Buen Samaritano. A menos que poseamos una certeza plena de la naturaleza del hombre y el propósito mismo de su existencia, la ética no satisface al individuo lógico de hoy. Solo si aceptamos la realidad de que el Hombre es una psique, vivificada por la conciencia; entonces, la ética se convierte en la conducta que nos lleva hacia la perfección interior.
”Un hombre es ético solo cuando la vida, como tal, es sagrada para él“ (Albert Schweitzer).
San Agustín de Hipona sostenía que el libre albedrío admite la posibilidad que tiene el individuo de elegir entre el bien y el mal, y Erasmo de Róterdam aseveraba que “El hombre tiene el libre albedrío para tomar las decisiones correctas”. Todos nacemos con una conciencia, pero pocos deciden cultivarla. Albert Schweitzer, filósofo ganador del Premio Nobel de la Paz manejaría el asunto brillantemente: “La ética no es más que una reverencia por la vida.
Eso es lo que da el principio fundamental de la moral, a saber, que el bien consiste en mantener, promover y mejorar la vida; y que destruirla, dañarla y limitarla es maldad”. La llave de todo: vivir bien cada día vigilando lo que produce nuestra mente, corazón y alma para lograr lo que El Señor quiere que aprendamos y dominemos. Ética personal es cuando nuestro comportamiento y decisiones de vida están alineados con nuestras creencias internas.
Seguir este camino forja las relaciones interpersonales y funda nuestra credibilidad ante las personas. Claro, non est ad astra mollis e terris via, pero si realmente queremos existir provechosamente, hay que esforzarnos por nuestro propio bien.
A medida en que progresemos en su aplicación, Dios intercederá y nos ayudará a superar todos los obstáculos para ponernos en el camino correcto. Recapacitemos en el tema, y progresemos como nunca en esta Cuaresma.