Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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En los últimos días, Rusia continuó sus olas de bombardeos con misiles hipersónicos, impactando en diferentes regiones del territorio ucraniano y sobre infraestructura crítica, principalmente en generadores de energía eléctrica que permiten el abastecimiento de otros servicios básicos como el agua y las comunicaciones.
En el último ataque ruso se lanzaron 81 misiles Kinzhal (daga, en ruso), desde sus plataformas aéreas, marítimas y terrestres, los cuales tienen la característica de alcanzar objetivos a larga distancia y con precisión elementos claves de la infraestructura militar de Ucrania, empresas de complejos militar industrial y otras instalaciones como puestos de mando y almacenes de guerra, así como suministros para la supervivencia de las tropas en el campo de batalla.
Estos misiles hipersónicos son parte de un conjunto de nuevas armas que el presidente Vladimir Putin presentó en el 2018 con un agresivo y confrontativo discurso en el que expuso que su nuevo arsenal podía alcanzar casi cualquier punto del mundo y evadir los escudos antiaéreos existentes.
La preocupación recae en la central nuclear de Zaporizhzhia, como lo expresó el director de la agencia atómica de la Organización de Naciones Unidas Rafael Grossi, el cual pidió la creación de una zona de protección, debido a que los últimos bombardeos rusos dejaron sin energía otra vez a la generadora del fluido eléctrico. La advertencia de Grossi en la reunión ante los gobernadores de este órgano de la ONU en Viena: “Cada vez jugamos con fuego y si permitimos que esta situación se prolongue, un día nuestra suerte va a cambiar.” Si en los próximos días no se reestablece la energía exterior de la central, puede ocurrir un accidente con consecuencias para todo el mundo, aseguraron los expertos en el tema en la reunión en Austria.
Por su parte, las autoridades rusas aseguran que tienen suficiente combustible para mantener los generadores diésel que abastecen de energía a la central nuclear y que todos los problemas de seguridad de la planta estaban en orden, dijeron en un comunicado de prensa.
La agencia nuclear de la ONU desplegó observadores en la planta en septiembre y desde esa fecha busca negociar una zona desmilitarizada cerca de dicha instalación nuclear, pero las conversaciones no han dado los resultados deseados y se encuentran estancadas, mientras las dos fuerzas en enfrentadas se acusan mutuamente de bombardear alrededor de Zaporizhzhia.
El director de la OIEA pidió que cada uno se comprometa a proteger la seguridad de la planta nuclear ocupada por los rusos desde el 4 de marzo del 2022. La propuesta va encaminada a establecer una “zona especial de protección”. La planta nuclear es la mayor de Europa y un error de cálculo o humano puede causar un desastre de magnitudes sin precedentes que provocaría un apocalipsis a nivel mundial, todos absolutamente todos nos veríamos afectados con la radiactividad liberada.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, calificó de tácticas miserables el bombardeo de la reciente madrugada. El ataque simultáneo afectó la capital de Ucrania, Kiev y otras nueve regiones en el centro, sur y oeste del territorio invadido.
El mandatario fue enfático en que el Kremlin con esta nueva ofensiva intenta intimidar de nuevo a los ucranianos, pero los resultados son: un pueblo que no renuncia a defender su libertad, integridad territorial e independencia, estamos decididos a luchar y a vencer, no vamos a claudicar.
La devastación continúa, la guerra sigue su curso inexorable de doblegar la voluntad de lucha de los oponentes. No hay duda de que este conflicto ha transformado al mundo en el más amplio sentido de la palabra, los ejes y núcleos de poder se están modificando como nunca y nuestro destino como humanidad está en juego con un futuro incierto, si es que lo hay.