Ana Sánchez de la Nieta
Revista Nuestro Tiempo
En la vida, como en el cine, querer a quienes pueblan el guion es la única forma de hacerlos humanos, creíbles, auténticos. Aunque las comparaciones son odiosas, Los perdonados y La isla, de Bergman, nos enseñan cómo construir un buen personaje y cómo echarlo a perder.
Ama a tus personajes. Con esta frase resume el gurú del guion Robert McKee el método más eficaz para construir papeles creíbles y con gancho. Es imposible pensar que Indiana Jones, E.T., el Mago de Oz o incluso Vito Corleone hayan salido de un escritor indiferente y desganado. No se puede crear un buen personaje si no se le quiere, si no se le respeta. Pensaba en la frase de McKee porque he visto recientemente dos películas, en cierto modo parecidas y que, sin embargo, están a años luz en su capacidad de conmover.
Los perdonados se estrenó en España en julio, y adapta la novela homónima de Lawrence Osborne: la historia de un matrimonio maduro (él médico y ella escritora) que viaja a Marruecos para participar en una fastuosa fiesta llena de excesos. Pretenden, de paso, recuperar su maltrecha relación. En el trayecto atropellan y matan a un joven marroquí y este suceso trastocará sus vidas.
Los espectadores les hemos temido e incluso hemos llegado a odiarlos.
La película esgrime dos protagonistas de lujo (Ralph Fiennes y Jessica Chastain) y, sin embargo, recibió un potente y merecido varapalo por parte de la crítica, porque el guion naufraga en un aspecto clave: el diseño de los dos protagonistas. En ningún momento llegamos a entender sus motivaciones ni sus metas, las razones por las que actúan. Lo que se cuenta es dramático, pero resulta casi imposible empatizar con ese drama.
Pocos días antes, Mia Hansen-Løve (guion y dirección) estrenó La isla, de Bergman, una historia escrita y dirigida por ella y protagonizada por otro matrimonio (esta vez de cineastas americanos) que viaja a la isla de Faro, el lugar donde Igmar Bergman escribió la mayoría de sus películas, en busca de inspiración. Tenemos una pareja en crisis, aunque de menor intensidad, y otro viaje exótico. Sin embargo, la indefinición de los protagonistas de Los perdonados y la falta de empatía que produce en el espectador se vuelve todo lo contrario en La isla, de Bergman. Conocemos y comprendemos a los personajes, a pesar de que el incidente detonador (el primer punto de giro que hace avanzar la acción) es mucho más fuerte en el primer filme que en el segundo. ¿Qué hace diferente la cinta de Hansen-Løve?
Robert McKee señala la importancia de que el guionista saque de su propia experiencia, de su intimidad, de su autoconocimiento, la interioridad, las razones de los personajes, su vulnerabilidad y su valía. Eso hace Hansen-Løve: un trabajo muy cuidado de desarrollo de los papeles y, sobre todo, la cineasta se ha enamorado de sus protagonistas. De la pluma de autores enamorados han salido Hannibal Lecter, el Joker o Darth Vader.
Continuará…