Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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Trabajar de manera efectiva como parte de un equipo es increíblemente importante para la moral, la subsistencia y la calidad del resultado. Desde la perspectiva de la eficacia, una tesis interesante sobre este tema proviene de El Mítico Hombre-Mes: Ensayos de ingeniería de Software, obra del autor Frederick Brooks, donde expone que un “hombre-mes” describe la unidad de trabajo que una persona puede realizar en un mes.
La premisa que arguye Brooks es la noción de que un proyecto que requiere una persona al año para completarse (doce meses-persona) puede acortar su línea de tiempo a un solo mes meramente al otorgar al proyecto una docena de miembros.
Al ver que los proyectos se atrasan, muchos administradores quieren volver a encarrilar los cronogramas simplemente agregando más personas al proyecto.
El enemigo del arte es la ausencia de limitaciones (Orson Welles).
El inconveniente con esta lógica es que cada individuo agregado a un proyecto incurre en una plétora de coordinación con todos los demás en el equipo, por lo que el tiempo para completar un proyecto en realidad no disminuye con el aumento de personal.
Esto conduce a lo que frecuentemente se conoce como la Ley de Brooks, que establece que “agregar mano de obra a un proyecto tardío lo atrasa aún más”; esencialmente un teléfono descompuesto. Muchos se enfocan en el objetivo, pero olvidan los procesos de la misión.
La labor grupal es decididamente primordial para que los componentes funcionen de manera efectiva. Solo cuando las habilidades y fortalezas de los miembros individuales se unen con un enfoque en el desempeño colectivo y objetivos compartidos, se obtienen los beneficios de un equipo en el trabajo.
En el libro Cruzando el abismo: Cómo vender productos disruptivos a consumidores generalistas, Geoffrey A. Moore indica que el enfoque de un proyecto debe ser hacia su crecimiento: “No es ciencia espacial, pero representa un tipo de disciplina. (…) no tenemos, ni estamos dispuestos a adoptar ninguna disciplina que requiera que dejemos de buscar un triunfo en cualquier momento y por cualquier motivo”.
Las limitaciones generan ideas. Un equipo combina las fortalezas individuales con un compromiso compartido con el cometido. En sus procesos de fomento, un líder debe demostrar participación en el plan, lo que incentiva a los demás a definir y priorizar propósitos individuales, para que puedan ser los dueños indiscutibles de esos proyectos y aumentar sus posibilidades de desarrollo.
Y al final, el éxito concede la dignidad que todos como humanos necesitamos.