Miriam Pineda Chacón
Técnico de Aprovechamiento Biológico de SESAN
La Comunicación para el Cambio Social y de Comportamiento (CCSyC) es un eje fundamental para el abordaje de la malnutrición y constituye la quinta línea de acción de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición, implementada por la actual administración de gobierno.
Esta promueve las competencias necesarias en las familias para la toma decisiones y cambio de comportamientos que permitan mejorar la salud y nutrición. La coordinación interinstitucional a cargo de la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Presidencia de la República y la participación de los representantes de todos los sectores del país en las comisiones departamentales y municipales de seguridad alimentaria y nutricional hacen operativa la estrategia de CCSyC.
Esta promueve y genera espacios de diálogo y acción con la población, propiciando que los individuos comprendan y se apropien de la problemática, definiendo desde sus roles y responsabilidades las acciones concretas que ayuden a superar la situación, la aplicación sistemática de procesos y estrategias de comunicación interactivas, basadas en teoría y fundamentados en investigación para abordar los puntos de inflexión para el cambio a nivel individual, comunitario y social.
Cada 29 de septiembre se conmemora el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
Por ejemplo, anualmente se pierden y desperdician alrededor de 1 mil 300 millones de toneladas de alimentos, los cuales podrían alimentar a más de 2 mil millones de personas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De esta merma de alimentos, el 61 por ciento proviene de los hogares, lo que evidencia el papel fundamental que cada uno de nosotros como individuos tenemos en la lucha para detener este flagelo. Estos datos resaltan la importancia de intervenciones desde múltiples niveles que promuevan el cambio.
Y es que los cambios a nivel familiar, comunitario, institucional y de políticas públicas, afectan los cambios en el individuo y suman esfuerzos a nivel de la región, país, continente y del mundo.
El desperdicio de alimentos es un desafío global que nos compete a todos, por lo que es esencial favorecer conocimientos, actitudes y prácticas ventajosas en el consumidor que permitan contribuir al combate del hambre y malnutrición en general.