Amina J. Mohammed,
Vicesecretaria General de la ONU y
Jutta Urpilainen,
Comisionada de la UE para Alianzas
Internacionales
Mientras los padres, maestros y estudiantes se preparaban para el regreso a la escuela este otoño, pocos pensaban en el hecho de que, en todo el mundo, la educación se encuentra en una profunda crisis.
Esta es una crisis lenta y a menudo invisible, pero sus impactos nos afectan a todos. En la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Transformación de la Educación, los líderes mundiales tienen una oportunidad que se presenta una sola vez en una generación para tomar medidas decisivas.
Las Naciones Unidas y la Unión Europea ahora hacen un llamado a todos los estados miembros para garantizar que todas las niñas y los niños puedan acceder, disfrutar y beneficiarse de una educación significativa, moderna y de alta calidad. Sus derechos y nuestro futuro colectivo dependen de ello.
La educación es la herramienta más poderosa y transformadora que tenemos para empoderar a niñas y niños con esperanza, habilidades y oportunidades para su futuro. También allana el camino para resolver muchos de los desafíos globales actuales. Sin embargo, en muchas partes, la pobreza y la desigualdad todavía tienen una gran influencia sobre la asistencia a la escuela y los logros de aprendizaje.
En la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, los representantes de todos los países y socios se enfrentan a un momento de verdad.
Y en todo el mundo, los sistemas educativos luchan por dotar a los estudiantes de los valores, habilidades y conocimientos necesarios para prosperar en nuestro mundo que cambia rápidamente.
La pandemia del Covid-19 ha exacerbado una crisis preexistente y la brecha de financiación global para la educación ha aumentado significativamente. Incluso antes de la pandemia, los gobiernos gastaban menos de la mitad de la suma necesaria en educación. Desde entonces, dos de cada tres gobiernos han recortado sus presupuestos de educación, mientras que algunos donantes internacionales han anunciado su intención de reducir la ayuda a la educación.
La acción colectiva sobre el aprendizaje orientado al futuro y la financiación de la educación es urgente si queremos recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia y garantizar que los niños y jóvenes de todo el mundo puedan acceder a su derecho a la educación consagrado en el Artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Invertir en educación tiene un impacto transformador en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Promueve la igualdad de género: las niñas educadas tienen más probabilidades de participar en las decisiones que más las afectan, vivir vidas más largas y saludables y obtener mayores ingresos. Hace una gran contribución al desarrollo nacional: cada euro gastado en educación puede generar entre 10 y 15 euros en crecimiento económico.
Y fomentar que los ciudadanos estén informados y empoderados puede ayudar a los países a enfrentar desafíos importantes como el cambio climático, la ruptura social, los conflictos, la violencia de género y más. La Unión Europea está aumentando significativamente su inversión en educación en los países socios. La UE dedicará más del 10 por ciento de su presupuesto de asociaciones internacionales, que representa más de 6 mil millones de euros, a la educación global. Ahora necesitamos que otros hagan lo mismo.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha hecho un llamado a todos los líderes gubernamentales y todos los actores, incluidos el sector privado y la sociedad civil, como parte de una movilización global, para que asuman compromisos concretos y aumenten la financiación a la educación, de todas las fuentes.
Ahora es el momento de llenar colectivamente la brecha de inversión para abordar la crisis educativa mundial. De invertir en la recuperación del aprendizaje y ayudar a volver a encarrilar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, sembrando así las semillas para la transformación de nuestros sistemas educativos, de modo que la educación prepare mejor a los alumnos.