Paula Orihuela
Revista Nuestro Tiempo
De la Escuela de Ingeniería-Tecnun, Paula Orihuela salió con un título y con amistades y experiencias para toda la vida: el grupo de teatro, elintercambio en Estados Unidos y unas prácticas que le hicieron poner rumbo a Alemania.
Allí fue para continuar su formación y ahora es una muniquesa más. El interés por continuar formándome en Alemania surgió cuando realizaba unas prácticas y el proyecto fin de grado en el departamento de Bioinformática en el centro de investigación Cima Universidad de Navarra. Allí, mi supervisora, la doctora Arrate Muñoz-Barrutia me habló muy bien de los programas de posgrado de aquel país.
Además, durante mi semestre de estancia en Wayne State University, en Detroit, había conocido a alumnos internacionales residentes en Alemania, que, cuando llegué a Múnich, me recibieron con los brazos abiertos. Entre ellos, Leonardo, el que después sería mi marido. Y así fue como, sabiendo solo unas pocas palabras de alemán como bier (cerveza) o schmetterling (mariposa), aparecí en tierras germanas para estudiar en la Technische Universität München (TUM). Llegué a finales de septiembre de 2014, en pleno Oktoberfest.
Múnich es una ciudad universitaria, donde la tecnología y la innovación
conviven.
Las calles estaban repletas de gente de todo el mundo, vestidas con los trajes típicos de Baviera, brindando con jarras de cerveza de un litro al son de canciones populares. Múnich es una ciudad universitaria, donde la tecnología y la innovación conviven con las tradiciones bávaras como los biergartens, terrazas al aire libre donde se disfruta de la cerveza local y la comida típica: brezen, salchichas con mostaza, codillo o pollo asado con ensalada de patata.
Siete años después, puedo decir orgullosa que me siento una muniquesa más. Aunque nunca se deja de perfeccionar un idioma, soy capaz de entenderme, moverme en el día a día y trabajar en alemán. He aprendido que en Múnich una puede experimentar las cuatro estaciones del año en unas pocas horas ¡como en Pamplona! que, a pesar de ser una ciudad de casi un millón y medio de habitantes, se puede llegar a todas partes en bici y que, como dicen aquí, no existe el mal tiempo sino la ropa inadecuada. A pesar de los estereotipos que tenemos sobre los alemanes, he descubierto que los bávaros son gente muy disfrutona, además de muy trabajadora y puntual: nunca faltan razones para celebrar.
Continuará…