Dr. Jorge Antonio Ortega G.
La semana pasada se logró, gracias a la intervención de Turquía y la Organización de Naciones Unidas, un acuerdo entre la Federación Rusa y Ucrania para reanudar los envíos de cereales destinados a la importación; comprometiéndose Estambul a la habilitación de un centro de coordinación para la exportación de alimentos e insumos desde Ucrania.
Lo anterior se debe a las dudas generadas respecto al cumplimiento de lo acordado por parte de los negociadores moscovitas, luego de los bombardeos a los puertos de Odesa y Mykolaiv, así como en otras seis regiones de Ucrania, dañando infraestructura de Kharkiv, la segunda ciudad más importante del país invadido, luego de la capital, Kiev.
Además, la presencia de tres buques navales portadores de misiles crucero en el Mar Negro, así mismo el movimiento de 34 barcos rusos hacia el Mar de Azov.
A pesar de lo anterior, Ucrania se comprometió a poner en práctica el plan de desbloquear los envíos, a través del compromiso de los turcos de establecer el punto de control de los barcos que transiten en el Mar Negro; dicho centro, de coordinación conjunta para exportar grano, fertilizantes y otros productos alimentarios ucranianos y rusos a través del Mar Negro, según la agencia de noticias turca Demirören (DHA).
Las naves cruzarán el Mar Negro hacia el estrecho del Bósforo, en Turquía, donde se encuentra el centro de coordinación conjunta en Estambul, que está integrado por representantes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ucrania, Rusia y Turquía, siendo su función fundamental examinar los barcos que entren en Ucrania y garantizar que no llevan armas o material de combate.
En Asia Central, las repúblicas de Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán se abstuvieron de apoyar la invasión a Ucrania, situación que no fue del agrado del Kremlin. Las “Stan” sintieron un electrizante calambre cuando se produjo la invasión por parte de las tropas rusas al territorio ucraniano debido a que cualquiera o todos ellos puede ser objetivo de los planes de expansión de Putin. En este momento están a la expectativa, aumentando sus presupuestos en defensa.
Los presidentes de dichas naciones se reunieron la semana pasada en la ciudad turística de Cholpon – Ata, en Kirguistán, donde discutieron sobre cooperación política y económica, por asuntos históricos no se les puede clasificar como aliados pero, en esta coyuntura, se encontró un punto de necesaria coexistencia y es la amenaza de poder ser invadidos.
Acordaron un frente común de no apoyar la aventura bélica de Vladimir Putin. Todos saben que es un momento único y especial para reducir la influencia de Moscú.
Kazajistán es una nación rica en petróleo y minerales, más grande que Europa Occidental. Comparte frontera de 7600 kilómetros con rusia, la segunda más larga del mundo después de los límites territoriales entre Canadá y Estados Unidos. Es mayor exportador de uranio del mundo y productor a través de Westinghouse Electric de reactores
nucleares.
El Caspio, el mar interno más grande del mundo, es la nueva fuente de petróleo, en la cual Kazajistán tiene el 50 por ciento de la producción; el resto se lo reparten Rusia, Irán y Turkmenistán con reservas estimadas en 184 mil millones de barriles.
De sus otras cuencas petroleras, Kazajistán ya extrae 150 millones de toneladas de petróleo al año. El Gobierno actual ha fortalecido sus lazos económicos y políticos con China y Turquía, alejándose de Moscú, lo cual quedó claro en la reunión de junio en San Petersburgo, donde su presidente expresó que no iba a reconocer las regiones separatistas respaldadas por Moscú de Donbás.
Por ahora, las “Stan” gozan de la ventaja. Ucrania está a miles de kilómetros de sus fronteras y Moscú no está en capacidad de comprometerse en otra aventura militar, pero no se pueden
descuidar…