Guillermo Monsanto
Tengo algunos años de estar observando la ascendente carrera pictórica de Enrique Cay. Su evolución figurativa, aunada a un colorido extraído de los textiles de su tierra natal, en Sumpango (Sacatepéquez), le señalan como un artista vibrante y honesto.
Esto porque expresa lo que siente sin pretender seguir los lineamientos en boga dando así fluidez a su mensaje. De allí que su trabajo se exhiba en varias de las galerías de arte del país incluidas la Fundación Rozas-Botrán, Funsilec y Galería El Túnel.
En el plano internacional, ha conseguido exponer en el extranjero en Estados Unidos, México y China, en donde su obra ha sido bien recibida.
Las reseñas que sobre él se han escrito señalan que su trabajo rescata la cultura popular.
Las reseñas que sobre él se han escrito señalan que su trabajo rescata la cultura popular tanto en sus temáticas como en la paleta pictórica. De este modo ha desarrollado series como Baile de gigantes, Carrusel (esculturas intervenidas), Vientos de noviembre y otras colecciones desprendidas de leyendas regionales.
Como habitante del occidente, su imaginario es muy rico. Buena parte de él se alimenta de la tradición oral y el resto lo absorbe de los parajes circundantes. Por lo anotado, es que mucha de su obra incluye los accidentes geográficos que parecen extraídos desde la esencia onírica. Experiencia expresiva que traduce de modo surrealista.
Cay es un hombre de campo y creo que por eso entiende tan bien las sutilezas culturales de su entorno social. Ha vivido la experiencia de la agricultura, la esencia culinaria manifiesta en determinados manjares de la zona, y otras características que fueron determinantes en el sendero de su carácter artístico.
Esta experiencia le hace vivir lo que pinta desde adentro y no como un mero espectador. Cada obra que realiza nace desde su propia cosmovisión con la cual le otorga una veracidad emocional abstraída desde sus más íntimos sentimientos.
De allí que sus pinturas y esculturas luzcan como estandartes recuperados desde lo más arraigado del espíritu de Sumpango.
El pasado 4 de mayo tuve la oportunidad de visitar su Estudio de Arte Cay, en donde comparte espacio con su hijo Eddin, quien también es artista visual. Local situado en un popular centro comercial de la zona 10 a la par la emblemática librería Sophos.
Allí me topé con sus lienzos que tratan sobre los barriletes, producto vital de su tierra natal, obra que en lo personal me agrada mucho por la manera como consigue captar la magia colorida de estos gigantescos papalotes.
Enrique Cay es un artista que ama el color, que entiende las proporciones y que, de una manera surrealista rinde culto a Guatemala. Sus trabajos representan, junto con los de otros pocos artistas, el hálito de lo chapín. Cada obra tiene encanto propio.