Diana Herrera
El mundo que heredamos de la Guerra Fría es un mundo singular y caótico. Desde su fin a la fecha, se han desarrollado más de setenta conflictos. Otra cuestión es ver el debilitamiento de uno de los actores más importantes de las relaciones internacionales, el Estado. Observamos cómo este mundo está hegemonizado por grandes regiones y países que aún tienen un dominio desconocido sobre el planeta.
Para analizar la transición entre estos órdenes mundiales, sería importante abordar cuáles son los cambios que se produjeron durante la Guerra Fría. El mundo que hoy estamos observando es herencia directa de las transformaciones económicas que ocurrieron en el mundo occidental durante ese período. Para ello, podemos dividir a los Estados al final de la II Guerra Mundial en tres grupos.
En los inicios de la Guerra Fría era un esquema rígido.
Los países más desarrollados (Europa occidental, EE. UU. y Japón) conformaron un nuevo contrato social tendientes a revertir los problemas que ocasionó el surgimiento de la guerra, e instrumentar un sistema de distribución. El Estado cumplió un rol muy importante a la hora de asignar los recursos de manera más equitativa; esto, lógicamente no se hacía por un imperativo moral sino para que aquellos países que habían sido devastados por la guerra evitaran cambiar de sistema político.
Podemos decir que en los inicios de la Guerra Fría era un esquema rígido, en donde prácticamente en todos los conflictos mundiales las dos superpotencias estaban involucradas o trataban de que sus intereses estuviesen en juego; tanto la URSS como los EE. UU. van a tratar de participar de diferentes conflictos que no necesariamente respondían al esquema Este-Oeste. Un ejemplo, los procesos de descolonización respondían a otra lógica que se van a dar en la posguerra; es decir, los procesos en los cuales las antiguas potencias imperiales (Francia, Inglaterra) no pueden mantener a sus colonias y las van a ir perdiendo de manera violenta, como en Argelia y en Vietnam.
En esta década también se va a dar la crisis de los misiles, que es uno de los puntos más álgidos de enfrentamiento entre las superpotencias y que tiene que ver con la instalación de rampas para cohetes militares soviéticos en Cuba por parte de Castro, que puso en peligro la seguridad norteamericana. Alrededor de esta fecha también comienzan a aparecer subsistemas autónomos. Hay por lo menos tres casos para resaltar: el primero es la propia fractura del Bloque Oriental, donde los chinos y los soviéticos tienen un fuerte enfrentamiento; la otra ruptura es el conflicto árabe-israelí, y en tercer lugar, la disputa entre hindúes y paquistaníes por Cachemira. Esta aparición de subsistemas marcaron desde el punto de vista político que el orden mundial se fragmentaba, si bien desde el punto de vista militar seguía siendo bipolar.