Consejo Editorial Conadi
La Semana Santa es un momento propicio para reflexionar sobre nuestro actuar en la sociedad, independientemente del credo que profecemos, debemos tomar en cuenta como un lineamiento de vida, una de las consignas cristianas y principio humanista, “amar al prójimo como a ti mismo”. Quizá la síntesis mejor realizada, no solamente al Decálogo revelado a Moisés, sino de las Sagradas Escrituras. Jesucristo vivió en carne propia la discriminación, fue repudiado por no encajar con los parámetros sociales. De igual manera, las personas con discapacidad han sido excluidas a lo largo de la historia por su condición.
En la Biblia podemos encontrar alrededor de 75 versículos relacionados con la discapacidad; diferentes pasajes evidencian la existenca de personas con estas características. En el Antiguo Testamento, figuran historias como el Valle de los Leprosos, lugar donde eran confinadas las personas con este padecimiento generador de discapacidad.
Sin lugar a dudas, los esfuerzos de todo activista en promover la igualdad.
En el Nuevo Testamento, encontramos las prédicas y acciones de Jesucristo que contrastan con el pensamiento tradicional. Por ejemplo, la sanación del paralítico de Cafarnaún, del ciego Bartimeo y la importancia que le dio a Zaqueo quien, por las caracteristicas descritas, obedece a una persona de talla pequeña. Los milagros atribuidos al Nazareno no se realizaron en un contexto de lástima, sino de fe, ante un pueblo que excluía y menoscababa la dignidad de las personas con alguna deficiencia visual, auditiva, física y mental. Han sido las interpretaciones erradas de algunas doctrinas las que han contribuido al relacionamiento de la discapacidad con el pensamiento mágico e interpretado esta condición como una consecuencia del pecado.
Los modelos de exclusión y de lástima siguen hoy latentes, debe ser una lucha diaria promover el modelo de la discapacidad con enfoque de derechos humanos, siendo la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, principal instrumento adoptado por el Estado, garantizar el cumplimiento de derechos de las personas con discapacidad con las mismas oportunidades que las demás. Sin lugar a dudas, los esfuerzos de todo activista en promover la igualdad no importando la condición humana, mantienen estrecha relación con la exhortación de “amar al prójimo como a ti mismo”.