Marielos Carranza Mejía
De acuerdo con el último censo de población, en Guatemala 27 647 personas guatemaltecas son afrodescendientes / creoles / afromestizas; de ellos, el 36 por ciento son jóvenes entre 13 y 30 años, quienes realizan grandes aportes a nivel político, al arte, a la cultura y al deporte en el país.
Se estima que en América Latina viven cerca de 37.6 millones de jóvenes afrodescendientes, una población que lucha desde su espacio para construir un mejor futuro para su país y promueve acciones en contra el racismo y las desigualdades que muchos de ellos y ellas enfrentan.
En Guatemala, el 36 por ciento de la población afrodescendiente es joven.
Los aportes de las y los afrodescendientes en Guatemala han sido importantes, desde su influencia en la cultura a través del baile, la música, instrumentos musicales, gastronomía, los deportes, hasta sus conocimientos desde la cosmovisión ancestral. Asimismo, las y los jóvenes afrodescendientes se caracterizan por la promoción de una cultura de paz, de los valores y la conservación de su idioma.
En la actualidad, esta población ha fortalecido sus capacidades y su liderazgo, principalmente las mujeres y las juventudes, además de promover acciones para sensibilizar sobre sus contribuciones al desarrollo de Guatemala.
Recientemente, se presentó el informe Las juventudes afrodescendientes en América Latina y la matriz de la desigualdad social: derechos, desigualdades y políticas. En este documento se destaca la importancia de la participación de las juventudes afrodescendientes en todos los aspectos de la vida social de los países.
El documento, elaborado por Cepal y Unfpa, destaca que se deben promover acciones para la erradicación de la exclusión y discriminación que históricamente han vivido las personas garífunas a consecuencia del racismo, lo que ha impactado en su acceso al empleo, a servicios de salud y educación, así como su exposición constante a situaciones de violencia y racismo que ponen en riesgo su vida.
Finalmente, se resalta la necesidad de continuar el impulso de programas que fortalezcan las capacidades de la diversidad de liderazgos juveniles, con el fin de que estos actores tengan un rol protagónico en la construcción de propuestas y acciones vinculadas a su entorno y realidad.