Guillermo Monsanto
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Dagoberto Vásquez Castañeda (1922-1999) es uno de los artistas más destacados del siglo XX en Guatemala. Desde su etapa como estudiante se expresó con fuerza personal como puntero dentro de la Generación del 40, la cual vivió durante sus años de formación un movimiento democrático junto con estrellas igualmente refulgentes como Guillermo Grajeda Mena, Roberto González Goyri, Juan Antonio Franco, Max Saravia Gual y los malogrados Roberto Ossaye y Arturo Martínez, entre otros.
Vásquez creó un lenguaje artístico personal que enfatizó lo formal para alejarse con plena conciencia del arte de su tiempo.
La Revolución de Octubre de 1944 es un movimiento político e intelectual que arrancó el año en que Vásquez terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes (hoy ENAP). Eventos que concordaron con su decidida militancia cívica en las distintas acciones populares que redundaron en la renuncia de Jorge Ubico, primeramente, y más adelante, Federico Ponce Vaides.
Vásquez creó un lenguaje artístico personal.
Hay que anotar que estuvo el 20 de octubre en la Guardia de Honor fusil en mano. Participó en las brigadas de defensa de la Revolución. Vásquez, por ende, fue un prócer de la Primavera Democrática entre 1944 y 1954.
Durante el primer gobierno de la Revolución, Vásquez y Grajeda son de los primeros artistas en recibir una beca para continuar sus estudios en el extranjero.
Ambos creadores, determinados a crear una verdad personal, decidieron viajar a Chile para mejorar su técnica en una universidad que les facilitara un taller y los medios para dedicarse al encuentro de conclusiones más identificadas con sus ideas, creando así un estilo propio.
De este modo pusieron intencionalmente kilómetros de distancia entre centros artísticos como México, Estados Unidos y Europa. De allí que cuando algún investigador trata de casar sus encuentros con las corrientes en boga está metiendo la pata olímpicamente.
El temple de Vásquez se manifestó siempre en sus acciones. En 1956, cuando trabajaba en su mural del Palacio Municipal, visitó el sitio el coronel Castillo Armas y el artista no le estrechó la mano cuando se la tendió.
Días después, fue capturado en una manifestación y conducido fuera del país. Algunas obras de aquella época, en las que sublima su pasión con elegancia alejada de lo panfletario, pero de fuerte contenido, expresan su oposición al “movimiento de liberación nacional”. Ejercicio que lo aleja completamente de los resultados del “Taller libre de grabado” y los artistas de la promoción del cincuenta.
Uno de los mayores logros de los artistas revolucionarios se aprecia en el Centro Cívico. La idea de fundir en cemento los murales junto con el muro, propuesta de Vásquez (apoyada por Grajeda), resolvió un problema técnico que los arquitectos e ingenieros de aquella época no supieron resolver.
Los dos artistas, junto a Carlos Mérida y más adelante Roberto González Goyri y Efraín Recinos, le legan a Guatemala el resultado más visible de la modernidad.
Continuará…
