Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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El próximo decenio trae un sinfín de desafíos para la humanidad, según las tendencias que marca la prospectiva, partiendo de la incertidumbre de los cambios globales. La resistencia al cambio se da, por la negativa de salir del espacio de seguridad apuntalado con la costumbre.
Los cambios son continuos en esta época de la posmodernidad, representan el común denominador del día a día y, sobre todo, son más rápidos, lo cual puede producir pánico o estancamiento en los procesos del diario vivir.
Nuestra preparación educacional es esencial para enfrentar los retos, así como la experiencia. Veamos, por ejemplo, el empeño en educación en general es desaprender para volver a aprender, utilizando el pasado como plataforma fundamental para entender el presente y lanzarnos hacia el futuro, con una visión clara, amplia y profunda de las metas por alcanzar y los objetivos a conquistar.
”Romper con los paradigmas, desembarazar el pensamiento de los prejuicios.“
Hoy, todo es mucho más simple y rápido, el comercio, la educación, la movilidad, la comunicación a cualquier parte del mundo, en fracción de segundos; es una época de por sí espectacular, donde no tenemos obstáculo alguno para investigar, invertir, aprender, conocer y otras tantas actividades que hacen posible el buen vivir, siempre y cuando tengamos los dispositivos electrónicos mínimos y la conectividad para ingresar al ámbito digital.
Ahora bien, qué nos impide explorar… miedo al cambio y el sujetarnos a la rutina. Nuestras prácticas anteriores de por sí fueron buenas, y algunas aún funcionan a la perfección, pero están sobrepasadas por los nuevos procedimientos y la tecnología actual que permite la exactitud, seguridad, comodidad y velocidad como parámetros de oficio.
En fin, del deseo a la satisfacción solo necesitamos la decisión de embarcarnos en el tren de la posmodernidad, que tiene como destino la prosperidad en forma integral, en lo individual como en lo colectivo. Cada día es un avance inimaginable, donde se expanden las fronteras del conocimiento, la investigación y la productividad; depende de cada uno de nosotros en qué especializarnos para no quedar en el andén desperdiciando la oportunidad de salir del subdesarrollo, ser espectadores de cómo en otras latitudes la existencia es espectacular y les permite a sus habitantes dedicar su tiempo (recurso no renovable) a disfrutar de la plenitud de la vida, en todo el sentido de la palabra.
El desafío nace en la actitud para aceptar el cambio integral, como un esfuerzo cultural y educativo donde toda la nación aportemos nuestras experiencias y podamos experimentar los avances de la tecnología como vehículo para nuestro viaje al futuro, en forma cómoda, segura y disfrutando de un proceso rápido, donde las expectativas son mayores, empezando con la supervivencia de la humanidad.
Es el momento de un alto y hacer un análisis de lo importante para las nuevas generaciones romper con los paradigmas, desembarazar el pensamiento de los prejuicios, consolidar una apertura amplia sobre el futuro a través de los diferentes métodos de prospectiva, valorizar la evolución histórica de Guatemala y construir un proyecto de nación que le permita a la parte política responder adecuadamente a las demandas sociales, abrir los espacios necesarios para incrementar nuestra economía y fortalecer de esa manera las políticas públicas que dan solución a la problemática de los guatemaltecos del día a día.
Un punto clave es el diseño de la educación para los jóvenes, que en ocho años estarán graduándose en una de las alternativas de la educación media. ¿Qué es lo necesario y no lo mínimo de conocimiento?, ¿especializar o estandarizar la educación? Solo con esas dos incógnitas se tiene suficiente argumentación para un debate a escala nacional, debido a que es necesario que todos los sectores aporten sus expectativas y necesidades para el futuro. Se necesita que sea hoy, mañana será tarde; y aprovecho el espacio para desearles feliz Día del Cariño.
