Juan Everardo Chuc Xum
Es 2 de febrero de 2022, el día es frío en San Andrés Xecul, pueblito que me vio nacer hace seis décadas y en donde de niño cultivé mis primeras letras y conocimientos desde una visión occidentalizada, y que aún no entendía la riqueza cultural en que yo nací; una cultura con valores y principios en donde el ser humano es parte de la red cósmica y todo tiene vida: las piedras, el agua, la fauna y la flora. Me encuentro solo en una casa ubicada en el barrio Tzanjuyup con el propósito de estar aislado durante 10 días, que recomienda el Ministerio de Salud después de que fui dado positivo de Covid-19 el 26 de enero, pero desde que llegue a mi morada y después de haber informado a mi familia, amigos y algunos vecinos, esa solidaridad y cooperación familiar y comunitaria se hizo presente con palabras vía celular, alimento y medicina que proporciona la madre naturaleza, más el kit de medicamentos que me facilitó el Ministerio de Salud para el tratamiento del virus. Afortunadamente, solo tuve un día de fiebre y amanecí afónico gon un ligero dolor de cuello durante dos días. Los síntomas leves que he vivido son sin duda el resultado de haberme vacunado con dos dosis de Sputnik, también haber fortalecido mi sistema inmunológico y la práctica de los conocimientos ancestrales en medicina preventiva y curativa, entre las que puedo mencionar: inhalación de hojas de eucalipto combinado con ramas de ciprés, gárgaras con agua caliente salada y un té verde compuesto por jengibre, eucalipto, ciprés, ajo, miel blanca y tres limones para que el virus no atacara fuertemente mis células, tejidos y órganos. Lo vivido reafirma la necesidad de impulsar una reforma al sector salud, orientado hacia el ejercicio de la población del derecho fundamental de la salud, sin discriminación alguna, tal como se establece el compromiso en el Acuerdo Socio Económico y Situación Agraria: “Valorándose la importancia de la medicina tradicional indígena, se promoverá su estudio y se rescatarán sus concepciones, métodos y prácticas”. Los guatemaltecos podemos superar esas fragmentaciones sociales históricas como lo hemos demostrado alrededor de la convivencia por siglos con el uso del maíz y de todos los alimentos que de él se derivan. Are wua nuchominik.
