sábado , 23 noviembre 2024
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Los Desastres NO Son Naturales

Frank Gálvez
Locutor y periodista
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Esta semana nos trae a la memoria el sismo grado IX en la escala de Mercalli que sacudió a Guatemala hace 46 años, un miércoles 4 de febrero de 1976, y que ha quedado en el alma de la urbe como uno de los sucesos más cruentos que el país ha sobrevivido, con un saldo trágico de al menos 23 mil personas fallecidas, más de 75 mil heridos y cerca de 1 millón de damnificados.

Una gran cantidad de las personas que murieron en el terremoto estaban en inmuebles depreciados y prácticamente todas eran obras deficientes que se ejecutaron rápidamente después de los años cincuenta.

Las estructuras construidas correctamente salvan vidas, pues el 80 por ciento de las muertes en terremotos son ocasionadas ​​por derrumbes. “Durante el siglo XX, más de 1.5 millones de personas perdieron la vida como consecuencia de terremotos y la gran colectividad de esta estadística se debe al diseño de los inmuebles”, indica Ed Booth, de la Firma Arup, que presta servicios profesionales de ingeniería a nivel internacional.

”Guatemala está herida, ¡Pero no de Muerte!“. General Kjell Eugenio Laugerud García.

Veamos otro ejemplo de calamidad acaecida hace casi un cuarto de siglo: Al azotar el huracán Mitch el Istmo centroamericano, este ya se había degradado a tormenta tropical, y se mascó la tragedia cuando sus lluvias causaron deslizamientos de tierra e innumerables víctimas.

Asimismo, estos aluviones se convierten en accidentes por acciones humanas como el desvío de ríos, la construcción en llanadas aluviales o la tala inmoderada de árboles. Las metrópolis en desarrollo también acrecientan su impacto, ya que agrupan a las personas en áreas vulnerables y su suelo compactado no puede absorber muchas veces el agua de las inundaciones. “La mayoría de los desastres en el tercer mundo son problemas de desarrollo sin resolver”, exterioriza Anders Wijkman, político sueco.

Implementar metodologías apropiadas reduce la huella de una catástrofe; devolver el cauce natural a los ríos, restituir las antiguas explanadas aluviales y reforestar ayuda a evitar inundaciones. Afinar el diseño de las construcciones reduce significativamente el número de pérdidas.

Las técnicas sofisticadas pueden estar fuera del alcance de muchos, pero los diseños tradicionales, que resistieron terremotos en el pasado, se pueden adecuar. Guatemala es un país de contrastes, y si bien las instituciones han trabajado arduamente en materia de prevención, como ciudadanos aun podemos hacer más. No dejemos que el paso del tiempo nos haga negligentes, y velemos para hacer de este, un país fuerte capaz de afrontar el futuro.

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