domingo , 24 noviembre 2024
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Prejuicio y sensibilidad (II)

Lucía Martínez Alcalde
Revista Nuestro Tiempo

Cada semana, Jaime trae a casa un cuento diferente. Cuando fuimos a la revisión de un año de Fátima, la enfermera nos regaló dos libros infantiles.

Me chocó en un primer momento pero me encanta que consideren básica la lectura para el desarrollo de un niño: una buena dieta de alimentos y de páginas. Yo ya sueño con que los Reyes Magos (o Father Christmas) les traigan en un futuro no muy lejano Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, y puedan leerlo en su lengua original.

Pasamos las primeras semanas vaciando cajas y montando muebles de IKEA. Mis hermanos Álvaro y Pablo viven en Inglaterra (Londres y Bristol, respectivamente) y vinieron a echarnos una mano.

Un cierto recelo generalizado me llevaba a pensar que los ingleses eran personas frías.

Gracias a ellos adelantamos bastante la puesta a punto de la casa antes de que Pablo se incorporara a la oficina. Un cierto recelo generalizado me llevaba a pensar que los ingleses eran personas frías. Mis prejuicios se disolvieron más rápido que los de Elizabeth Bennet hacia Mr. Darcy en la novela de Jane Austen. Desde que llegamos no hemos parado de conocer gente acogedora.

El primer sábado en Oxford, saliendo de St. Aloysius (la iglesia donde predicaba Newman, donde Hopkins fue sacerdote y donde Tolkien solía ir a misa), se nos acercó un matrimonio chileno, Magdalena y Clemente, con sus dos hijos, a darnos la bienvenida. Enseguida intercambiamos teléfonos y el viernes siguiente estábamos merendando en su casa. Cuando aún pensábamos si venir o no, un amigo en común nos puso en contacto con Marta y Víctor.

Ellos llegaron aquí en 2016, cuando su hijo mayor tenía casi un año; ahora tiene seis y tres hermanos. Sus consejos y su disponibilidad para resolver cualquier duda práctica han hecho mucho más suave nuestro desembarco.

Por Magdalena conocí a Nathalie, que me invitó a un plan de amigas en su casa sin haberme visto nunca. Y allí estaban también Bea y Rocío. Unas semanas después, Rocío y su marido, Dominic, nos prepararon una rica cena de pollo asado con coles de Bruselas y Yorkshire pudding.

En un pícnic de familias, nos presentaron a Ana y Edward, que se habían mudado hacía relativamente poco, desde Londres. También hemos celebrado el cumpleaños de Mikel, el hijo mayor de Maibe y Ben. Maibe es de Bilbao y, al escuchar a sus hijos llamándola “amatxo, amatxo”, por momentos me preguntaba si estaba en Oxford o en Pamplona.

Continuará…

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