Frank Gálvez
Locutor y periodista
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Desde el inicio de esta década, los tokens no fungibles (NFT) han demostrado un enorme crecimiento. Un NFT es un token digital único que se utiliza para simbolizar un activo. Este puede ser retenido por su propietario, comercializado y vendido por moneda fiduciaria o criptomonedas, como ocurrió cuando Mike Winkelmann, artista digital más conocido como Beeple, vendió en la casa de subastas Christie’s la obra de arte NFT más cara del mundo (Hasta ahora) por 69 millones de dólares, con el título de ‘Everydays: The First 5.000 Days’.
Actualmente, el temor en la comunidad de inversores a nivel global es cómo una regulación única definiría los NFT. Ankit Wadhwa, fundador y director de la plataforma tecnológica Rario, indica que “las mismas leyes que hemos tenido para la comercialización física de arte durante cientos de años también se pueden aplicar a las NFT, sin crear más confusión”, mientras que Edul Patel, director ejecutivo de Mudrex, una firma de criptoinversión opina que “clasificar las NFT como una categoría de activos podría ser una decisión demasiado apresurada para tomar en este momento”.
”La educación financiera genera riqueza de por vida.“. (Gun Gun Febrianza)
Los NFT ofrecen a sus autores la capacidad de conseguir regalías posteriores al comercio original del activo y facilitan un registro vigente de propiedad para cualquier componente simbolizado en formato digital. Aun así, esta tecnología genera todavía numerosas sospechas desde la perspectiva de los delitos financieros.
Por ejemplo, muchas de las cadenas de transacciones de criptomonedas se pueden ocultar con relativa facilidad, evitando su legítima transparencia. Asimismo, existen oportunidades para la falsificación de un NFT: en marzo de 2021, un hacker creó una obra de arte digital y la puso a la venta en línea indicando que era una edición limitada de un print del artista Banksy.
Además, pirateó su sitio web oficial y publicó un enlace a la licitación del NFT para hacerlo ver más convincente. El token se vendió por cerca de 244 000 libras. Al final, en un giro sorprendente, el hacker devolvió el dinero después de la transacción.
La adulteración igualmente está a la orden del día: en el proceso de creación de una NFT, es posible que los autores “escondan” información adentro de su código, que luego puede ser usada para diversidad de fines, incluyendo la transmisión de información clasificada. Tomando en consideración lo anterior, surge la pregunta: ¿Cuál será el lugar exacto de los NFT a largo plazo en la sociedad? Eso solo el tiempo lo dirá.