Patricio Ramírez Azócar
Director Centro de Apoyo al Desempeño Académico – Concepción
Asumirlo así nos pone inmediatamente en un modo en que no atacaremos a una persona anti-vacunas, sino que intentaremos discutir y dialogar para intentar que cambie de parecer en lo específico. Y, un tercer planteamiento es empatizar con la postura, por rara que nos parezca, de que un padre o madre que no quiere vacunar a sus hijos está igualmente pensando que eso es lo más favorable para ellos.
Con toda le evidencia del mundo, podemos asegurarle que está en una rotunda equivocación, pero debemos tener claro que no accede a las vacunas teniendo las mejores intenciones para su familia y que seguramente ha seleccionado información falsa y se mantiene en esa posición por sesgos.
Si al menos una persona accede a vacunarse por medio del diálogo, habrá valido el esfuerzo.
Lo sesgos son errores que sistemáticamente podemos cometer al seleccionar o procesar la información y que siempre inducen a equivocarnos. Un ejemplo es el llamado sesgo egocéntrico, que es la tendencia a creer que somos únicos y especiales. En el caso de las personas que defienden las ideas anti-vacunas, es común que apoyen su postura señalando que leyeron cosas a las que “pocos tienen acceso” o vieron un video que “las autoridades quieren esconder”, en los cuales se muestra lo peligrosas que son o cómo existe una conspiración de las farmacéuticas y la OMS.
Por tanto, se sienten especiales poseedores de información no conocida y, en consecuencia, se mantienen en esa postura. Para intentar que cambien, de preferencia lleve la conversación a que le trate de explicar las inconsistencias de esas ideas; es decir, que la propia duda vaya haciendo el trabajo, algo así como “Si esto es así como tú dices, ¿cómo se explica que…?” .
La tarea no fácil y es claro que el tema da para mucho más, pero, si cada uno de nosotros pudiera ayudar a que al menos una persona accede a vacunarse por medio del diálogo, habrá valido el esfuerzo.