Patricio Ramírez Azócar
Director Centro de Apoyo al Desempeño Académico – Concepción
No cabe duda de que para muchas de las personas que se adhieren al movimiento anti-vacunas, los miles de páginas de información respecto a lo positivo de ellas como una de las más relevantes intervenciones de la salud pública no siempre tienen el poder de hacer que cambien de opinión.
Si el no vacunarse y el instar a que otras personas no lo hagan tuviera solo un efecto individual, la verdad es que sería una de las tantas cosas en que las consecuencias de las decisiones libres afectan solo a quien las toma y podríamos tomar palco. Pero dado que la conducta y el discurso anti-vacunas tiene efectos nefastos para la comunidad, no debiéramos escatimar esfuerzos para combatir esa negativa a inmunizarse.
La conducta y el discurso anti-vacunas tiene efectos nefastos para la comunidad.
¿Cómo hacerlo y no morir (o enfermar) en el intento, sobre todo cuando estamos en una conversación persona a persona? Acá se presentan algunas ideas. Una primera recomendación es informarse lo suficiente sobre las vacunas. Esto no implica que para poder tratar de hacer que una persona cambie de opinión respecto del no vacunarse haya que ser experto en epidemiología o biología molecular, pero si queremos tener al menos algo de probabilidades de éxito, debemos tratar de entender previamente al menos qué es una vacuna, su mecanismo básico de acción y cómo sin ellas la población mundial se vería afectada a diario de enfermedades, muchas de ellas, mortales.
Con algo de humor, le recomiendo buscar en YouTube el video de Penn y Teller sobre Vacunación. Una segunda idea es aceptar que no todos pensamos igual y que una persona puede tener ideas anti-vacunas, pero eso es solamente un aspecto de ella.
No reconocer el beneficio de las vacunas no es algo que define completamente a una persona y es muy probable que, en muchas otras áreas de su vida, acepte sin problemas la evidencia y tenga conductas de mucha preocupación por el bienestar de otros.
Continuará…