Por su interés más general, nos centramos en tres intervenciones del Papa durante su viaje apostólico a Hungría y Eslovaquia: su homilía en la clausura del 52 Congreso eucarístico internacional en Budapest (motivo principal de su visita); el encuentro con pastores y educadores en Bratislava, y el diálogo con los jóvenes en Košice (Eslovaquia).
Nos puede pasar también a nosotros lo que le pasó a Pedro (que estaba apegado a “su” Jesús, pero no al verdadero Jesús).
- Eucaristía y anuncio, discernimiento y camino con Jesús. En su homilía durante la misa de clausura del 52º Congreso eucarístico internacional (Budapest, 12-IX-2021), tomando pie del evangelio del día (cf. Mc 8, 29), Francisco interpeló a los presentes en nombre del Señor: “Pero yo, ¿quién soy de verdad para ti?”. Una pregunta que pide una respuesta personal, una respuesta de vida. Y de esta respuesta –les decía– nace la renovación del camino de los discípulos, que es un camino de generosidad. Algo que tuvo lugar a través de tres pasos. 1) El anuncio de Jesús. Como representante de los discípulos, Pedro responde “¡Tú eres el Mesías!”. Pero sorprendentemente, Jesús ordena “que no dijeran nada a nadie de Él” (v. 30). ¿Por qué –se pregunta el Papa– semejante prohibición? Y responde: “Por una razón precisa, decir que Jesús es el Cristo, el Mesías, es exacto pero incompleto. Existe siempre el riesgo de anunciar un falso mesianismo, un mesianismo según los hombres y no según Dios”.
También por eso, a partir de aquel momento, Jesús comienza a revelarles su “identidad pascual”, que pasa a través de la humillación de la cruz (cf. Mc 8,31 y 32). Y aquí viene el primer mensaje del Papa ese día: “La Eucaristía está ante nosotros para recordarnos quién es Dios. No lo hace con palabras, sino de forma concreta, mostrándonos a Dios como Pan partido, como Amor crucificado y entregado (…) en la sencillez de un Pan que se deja partir, distribuir y comer. Está ahí para salvarnos. Para salvarnos, se hace siervo; para darnos vida, muere”. Y si mantenemos el asombro ante lo que el hace Jesús, nos abrimos al discernimiento con Él.
2) El discernimiento con Jesús. La cruz no está de moda, pero nos esclarece la diferencia entre “dos lógicas”: la lógica de Dios (de la humildad, del sacrificio y la generosidad) y la lógica de la mundanidad (apegada al honor y los privilegios, el prestigio y el éxito).
Nos puede pasar también a nosotros lo que le pasó a Pedro (que estaba apegado a “su” Jesús, pero no al verdadero Jesús): que llevemos “aparte” al Señor, que lo pongamos en un rincón del corazón, incluso que nos sintamos buenos, pero sin dejarnos conquistar por la lógica del verdadero Jesús, que nos pide purificar nuestra religiosidad ante su cruz, ante la Eucaristía.
Continuará…