Fernando Rojas Facultad Ingeniería
Durante la edad escolar, los estudiantes aprenden y desarrollan competencias y habilidades, relacionándose con sus pares fuera del hogar. En pandemia hemos redescubierto el valor de las escuelas como espacio protector y de apoyo al desarrollo socioemocional. También sabemos que en educación cada año debe ser un año ganado en aprendizajes, pues si no ellos se estancan e incluso retroceden.
Lo presencial ha demostrado tener un valor especial. Facilita la concentración de los estudiantes y también una mayor motivación con los estudios, especialmente cuando los docentes no tienen metodologías ad hoc para la educación a distancia. El desgaste de largas horas frente a la pantalla, la menor interacción entre los alumnos, y el valor del encuentro justifican todos los esfuerzos para apurar el retorno físico a los colegios.
En la Universidad del Desarrollo, la semana pasada, más de la mitad de nuestros estudiantes asistió en forma presencial a los campus. Como profesor, es una alegría poder enseñar e interactuar con ellos en la sala. También retomamos presencialmente las ceremonias de titulación, momento simbólico de término de una etapa maravillosa.
Ya sabemos que cumpliendo los protocolos los colegios y universidades son lugares seguros. El Ministerio de Educación ha hecho grandes esfuerzos para el retorno presencial, y ya el 75 por ciento de los colegios abrió presencialmente.
Puede requerir coraje salir de la zona de confort, pero tenemos que apurar el ritmo para que todos los establecimientos estén abiertos y más alumnos asistan cada día. Es nuestro rol como educadores hacer todos los esfuerzos necesarios para el desarrollo integral de las futuras generaciones.