Paola Bernal, Lucía Ferrer y Miguel Iriarte
Revista Nuestro Tiempo
El periodismo me ha ayudado a estar permanentemente atenta, con más intensidad en el mundo. Leo una noticia o tengo una conversación y rápidamente me pregunto si puede entrar en forma de artículo o columna. Hace poco una amiga me dijo cómo echaba de menos a sus sobrinos y empecé a pensar que la pandemia está separando a los niños de la familia que no es inmediata. Recordé el cuento del Flautista de Hamelín.
Empecé a investigar y fui trenzando. Me apunto la idea y la dejo allí, esperando en barbecho. Lo que más miedo me da es que llegue el momento de entregar y no se me ocurra nada. Los textos de Irene Vallejo enlazan con la definición que da de su libro como un dédalo: una composición complicada donde todo cuadra. Esto conlleva un proceso de escritura, una forma de trabajo, que en el ajetreo cotidiano puede ser difícil de encontrar. Antes intentaba reservar varios días a la semana solo para escribir. Ahora no puedo porque la promoción lo invade todo y cada vez me falta más tiempo. Especialmente desde que nació mi hijo he aprendido a aprovechar cada instante. Tengo que compaginar la compra, las tareas domésticas, atender al niño y a los enfermos…
Todas esas facetas enriquecen la escritura. Estar pendiente de las personas que conozco, de lo que descubro a través de ellas… Para mí es importante huir del solipsismo: no estoy yo en el centro incluso cuando hablo de mí misma, más bien proyecto mi experiencia a lo compartido.
Como escritora, persigo cuestiones que no se están contando pero afectan a muchos, son importantes y merecen un lugar. ¿Qué está pidiendo ahora que alguien lo escriba? Habla con voz suave. Escoge las palabras con cuidado, enhebrando sus ideas, corrigiendo puntadas. Teje con palabras, como las tejedoras de historias que presenta en su libro. No pierde la oportunidad de reivindicar el papel de las mujeres en el mundo literario.
Continuará…