Guillermo Monsanto
Este colectivo femenino es una de las presencias artísticas más potentes de la bisagra entre los siglos XX y XXI. Lo integran Tache Ayala, Mayra Klee, Ilna Möller, Pina Pinetta, Consuelo Secaira, Patricia Valladares y Carol Yurrita. De ahí que esta primera columna que comparto con ustedes, apreciados lectores, tome como estandarte la labor de esta inusual y exitosa asociación ¿Por qué inusual? Porque han pasado alrededor de veintidós años y aún siguen juntas más allá de las individualidades y los triunfantes giros que han tomado sus respectivas carreras. El consenso crítico, la excelencia interdisciplinaria y la sensibilidad han jugado un papel fundamental en sus desarrollos conceptuales e iconográficos.
“La unión hace la fuerza”, acota Carol Yurrita. Y en efecto juntas conquistaron espacios que, de otro modo, les hubiera resultado cuesta arriba. Es así como, en un proceso no muy largo, fundaciones, subastas, organizaciones culturales y galerías de arte empezaron a demandar sus piezas para distintos tipos de actividades. A todas las integrantes las definen los hallazgos surgidos en el desarrollo ritual de técnicas formales como la pintura, el dibujo, el grabado, la escultura y la multimedia digital. A lo que se suman lenguajes más contemporáneos como la intervención de formas industriales predeterminadas y la instalación como alternativa en la comunicación de ideas. Composiciones, estas últimas, cuyo peso conceptual rescata los preceptos iniciales de la expresión, al hacer legibles las propuestas sin la necesidad de un panegírico para neófitos.
Como colectivo, han creado varias obras juntas. Especialmente al principio. Buenos ejemplos son el jaguar intervenido y las siluetas en hierro de cabritas; ambas propuestas, para la Municipalidad de Guatemala y que tuvieron gran difusión urbana. Obras que relucen entre otros ejercicios de a dos y de a tres, como las integraciones del Museo Numismático, que denotan la capacidad que poseen para comunicar y conectarse entre ellas y el público. Otra afortunada característica de las Hecho en Guatemala es esa cálida empatía que provocan con su obra.
Una reciente exposición en Santo Domingo del Cerro mostró el pasado y el presente de su labor, dejando leer la madurez que ya poseían en sus albores y la dimensión de sus contenidos actuales. Diversidad reflejada en la variedad de medios propuestos y las temáticas abordadas. Todas, en esencia, manejan una estética consecuente con sus estructuradas formas de vida y el tiempo dedicado al ejercicio creativo. De allí que cada obra tenga algo de autobiográfico y al mismo tiempo proyecte anhelos tocantes al amor, las relaciones humanas, la añoranza, la feminidad, familia, fe y, sobre todos estos aspectos, la felicidad. De nuevo el ejercicio multimedia quedó patente en la diversidad de medios utilizados en la expresión de sus ideas. La muestra fue curada por José Mario Maza.