Juan Everardo Chuc Xum
En Guatemala, con la firma de la Paz Firme y Duradera (1996), se reconoce a los mayas, xinkas y garífunas como pueblos indígenas, ya que en la Constitución Política de la República de Guatemala de 1985 se hace un reconocimiento muy frío, léase el Artículo 66: “Guatemala está formada por diversos grupos étnicos, entre los que figuran los grupos indígenas de ascendencia maya. El Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres, tradiciones…”.
El reconocimiento de pueblo es una acción afirmativa para la dignificación, respeto y promoción de los derechos indígenas. Actualmente los pueblos indígenas representan el 43.6% de la población guatemalteca, según el censo de 2018, siendo el 41.7% mayas, 1.8% xinkas y 0.1% garífunas; estos datos han superado la autoidentificación indígena del censo de 2002.
Es obvio que los pueblos indígenas en Guatemala significan una fuerza social, política y económica para el desarrollo integral del país, siempre y cuando se les tome en cuenta en los asuntos nacionales y en igualdad de condiciones y oportunidades. Ayer, 25 de julio, se celebró en Guatemala el Día Nacional de la Mujer Garífuna, establecido por el Ministerio de Cultura y Deportes por medio del Acuerdo 741-2010, con el objetivo de reivindicar y crear espacios a favor del reconocimiento de sus derechos y fomentar su participación en las diferentes estructuras organizativas; esta fecha de celebración coincide con el Día Internacional de las Mujeres Afrodescendientes. Ocasión para manifestar mi respeto y mi solidaridad por las diferentes luchas emprendidas por mis hermanas garínagu y afrodescendientes en pro de una vida más digna y humana.
Salud a las mujeres garífunas y afrodescendientes en esta celebración.
No está de más recordar que la Unesco en 2001 nombró al pueblo garífuna como obra maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, y que a mi consideración las mujeres garífunas son la columna determinante de este reconocimiento para la historia nacional y el mundo. Salud a las mujeres garífunas y afrodescendientes en esta celebración, y el descanso eterno a quien en vida fuera mi madre, Isabel Xum de Chuc, quien partió al firmamento el 16 del mes en curso para reencontrase con mis ancestros, abuelas, abuelos, con mi hermano mayor y con mi señor padre. Hasta pronto, querida mamá. Utz b’e nan.
