Blanca Rodríguez Gómez-Guillamón
Revista Nuestro Tiempo
Hay que llevar la realidad científica a las leyes”. En esa propuesta, le parece imprescindible que la universidad sea campo de reflexión y de diálogo. De hecho, fue en una universidad donde Concepción Arenal abrió un debate al ser descubierta; ante su insistencia y el bagaje que demostró en un examen, le permitieron continuar de oyente. Sin embargo, la reivindicación de los derechos de la mujer viró más de cien años después.
Es en mayo del 68 cuando María Calvo advierte la primera ruptura: “La maternidad cobró un nuevo sentido y se consideró una amenaza para la igualdad, como si tener hijos y dedicarse a ellos fuera frustrante o esclavizante”. Se planteó la liberación de la mujer a través del aborto, la planificación y la anticoncepción. “A partir de entonces, explica, el hombre se convirtió en un enemigo al que había que eliminar y se empezó a rechazarle como padre por resultar inútil, perjudicial y prescindible”. Siguiendo esta tesis, la mujer renunció a la maternidad como se había entendido hasta entonces y también a la figura del padre.
”Si se desmorona el padre, se desmorona una columna de nuestra civilización“.
Hubo un hecho que a María, como jurista, le llamó la atención especialmente. En el real decreto ley que en marzo de 2020 amplió el permiso de paternidad, “no se recoge la palabra padre”. En su lugar, se puede leer “progenitor distinto de la madre biológica” u “otro progenitor”. “Me asustó ver cómo las leyes son capaces de eliminar una figura que pertenece a la cultura occidental desde hace siglos y que está en su base. Si se desmorona el padre, se desmorona una columna de nuestra civilización”. De esta preocupación, del intento de responder a por qué el padre está desapareciendo de la familia, surgió Paternidad robada (2021), una obra en la que María Calvo profundiza en el discurso hipermoderno (término acuñado por el sociólogo francés Gilles Lipovetsky), que ve al hombre prescindible en la crianza y en la educación de los
hijos.
“La maternidad en soledad está creciendo muchísimo”, añade María. Las estadísticas muestran un cambio de tendencia significativo. El 48.4 por ciento de los nacidos en 2019, última cifra recogida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), son de madre no casada. La apreciación “no casada” no se corresponde con “soltera”, pero ya en 2017 el INE subrayaba que la cifra de 44.5 por ciento era el “valor más alto de toda la serie histórica”. Un dato que crece un uno por ciento todos los años.
Continuará…