Mika Kanervavuori
Representante Oacnudh [email protected]
Durante los meses más recientes he tenido la oportunidad de ver
algunos departamentos en el país y conocer a personas que trabajan promoviendo condiciones de equidad, desarrollo y ambientes libres de discriminación en sus comunidades. Y la realidad es que el contraste entre las condiciones de desarrollo urbanas y rurales es notable, si bien Guatemala es cada vez un país más urbano según los datos del censo.
Para lograr que todas las personas gocen un nivel de vida adecuado, acorde a los estándares internacionales en materia de derechos humanos, es necesario que los Estados cumplan con un mínimo vital; esto se traduce en tener la posibilidad de acceder a agua apta para consumo humano, alimentos básicos para procurar su desarrollo físico y mental, saneamiento, acceso a medicamentos para asegurar su salud, educación básica gratuita de calidad, entre otros. Hoy, para estas comunidades lograr el goce de estos derechos básicos parece un sueño. He podido dialogar con individuos, campesinos, defensoras de derechos humanos, autoridades locales, autoridades indígenas y delegados de las distintas instituciones de gobierno. Todos ellos en distinta manera buscan lo mismo: llevar desarrollo a quienes no lo tienen.
Pese al objetivo común, cada quien ha ideado diferentes fórmulas para estrechar la brecha y procurar el desarrollo. He visto distintos enfoques, algunos de ellos se centran en el asistencialismo, que es una forma muy alejada del enfoque de derechos humanos; otros, en atraer inversión económica, y otros, en generar programas de apoyo. Resolver problemas de desarrollo con enfoque de derechos humanos conlleva el atender las causas estructurales que originan las condiciones desiguales de acceso a derechos; por ejemplo, a través de garantizar educación gratuita de calidad, generar empleos decentes o generar las condiciones para que todas las personas tengan acceso a agua entubada apta para consumo humano.
Fijando un objetivo en común y trabajando todas las personas de manera coordinada, complementaria, haciendo a un lado nuestras diferencias, es como podremos cumplir dicho objetivo.
No dejar a nadie atrás.
Desde su fase de diseño, toda iniciativa debe garantizar la plena participación de las personas, escuchando lo que viven día a día, entendiendo las diferencias que hay no solo de una comunidad a otra, sino además las diferencias que puedan haber en una misma familia, en cosas tan básicas como quién come primero y qué come cada persona en un hogar, o de tener oportunidad de enviar a alguno de sus hijos a la escuela, ¿quién sería?
Al garantizar la participación, entender las diferencias y desarrollar propuestas a partir de ello, aseguraremos que las personas y la realización de sus derechos estén al centro, lo que permitirá asertividad de las acciones para ir superando cada uno de los desafíos que se nos presenten en el camino a mejorar sus condiciones de vida.
Es por ello que iniciativas que lleva a cabo el Gobierno con apoyo de varias agencias de Naciones Unidas (incluyendo Oacnudh), en el marco de la estrategia de reconstruir para mejorar, como el programa piloto del Registro Social de Hogares con enfoque de Derechos Humanos, son muy relevantes para asegurar pequeños pero sólidos pasos para el desarrollo. Los Estados miembros de las Naciones Unidas han elaborado los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 con el fin de lograr un mundo y una Guatemala donde no dejemos a nadie atrás. Esto será posible, solamente si trabajamos de manera conjunta, aprovechando los conocimientos y la experiencia de cada actor, organización e institución, a fin de lograr una vida digna para todas las personas y comunidades. Si quieres saber más sobre Derechos Humanos y la Agenda 2030, puedes visitar nuestro sitio web, donde encontrarás una Caja de Herramientas con información de fácil lectura sobre derechos económicos, sociales y culturales. ¡Infórmate! http://www.oacnudh.org.gt/desca/