Armando Barreno
Representante Suplente del Sector Pueblos Indígenas
Las abejas están entre los animales más laboriosos del planeta. Llevan siglos beneficiando a las personas, las plantas y el medioambiente. Al transportar el polen de una flor a otra, las abejas y otros polinizadores no solo posibilitan la producción de una abundancia de frutas, frutos secos y semillas, sino también más variedad y mejor calidad, contribuyendo así a la seguridad alimentaria y a la nutrición.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), algunos polinizadores como las abejas, las aves y los murciélagos inciden en el 35% de la producción agrícola mundial, elevando la producción de 87 de los principales cultivos alimentarios del mundo y de muchos medicamentos derivados de las plantas. El 75% de los cultivos de todo el mundo que producen frutas o semillas para uso humano como alimento dependen, al menos en parte, de los polinizadores.
Para crear conciencia sobre la importancia de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible y la disponibilidad de alimentos, las Naciones Unidas declararon el 20 de mayo como Día Mundial de las Abejas.
El objetivo principal es proteger a las abejas y a otros polinizadores, para que puedan contribuir de forma significativa a resolver los problemas relacionados con el suministro de alimentos en el mundo y acabar con el hambre en los países en desarrollo. Todos dependemos de los polinizadores y, por ese motivo, es crucial controlar su declive y detener la pérdida de biodiversidad.
Sin abejas no hay polinización, no hay agricultura, no hay alimentos, no hay animales, no hay humanos.
Las abejas, como toda la naturaleza, permanecen ajenas a cosas humanas, pero no a una interminable cantidad de amenazas que las mantiene en riesgo de supervivencia. El equilibrio de la naturaleza es muy fácil de romper, la globalización puede tener algunos beneficios; sin embargo, también tiene grandes desventajas. En Guatemala, el modelo de agricultura convencional ha venido a agregar una nueva amenaza, los químicos. Nunca antes en la historia de la naturaleza las abejas y polinizadores silvestres se vieron expuestos a estos venenos.
El cambio climático es una nueva amenaza que no solo está poniendo en riesgo a especies tan sensibles como las abejas, sino además al mismo hombre. El clima ya es impredecible y no sabemos bien cómo reaccionar frente a esta amenaza que cada año se incrementa con desfases estacionales y florales, lluvias o sequías extremas.
Ahora es el momento de repensar nuestra relación con la naturaleza y los polinizadores, y las medidas que podemos adoptar para apoyar a estos pequeños pero abnegados trabajadores y los medios de vida de millones de personas que las abejas, a su vez, respaldan. Es momento de reflexionar sobre el modelo actual de agricultura convencional, y quizá valdría la pena considerar modelos agrícolas alternativos, sostenibles y responsables con el ambiente, como la agricultura ecológica, la biodinámica o la permacultura.