sábado , 23 noviembre 2024
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Decisiones, decisiones

Frank Gálvez 

Locutor y periodista [email protected]

En 2016, la revista Forbes realizó una encuesta explorando el núcleo crítico de la existencia. Una pregunta clave fue: “Si pudieras decir en una palabra lo que más quieres en la vida, ¿que sería?”; según las respuestas obtenidas, el tercer lugar fue la libertad, el segundo el dinero y, como era de esperar, el primer lugar se lo llevó la felicidad.

Cuando en una posterior investigación se buscó clarificar cuál era el mayor desafío para encontrar la felicidad, la respuesta fue casi unánime: “No puedo ser feliz porque no sé aún lo que quiero”.  

En el libro Modern Romance: El amor en la era digital, de Aziz Ansari y Eric Klinenberg, indican que “si bien pensamos que sabemos lo que queremos, a menudo nos equivocamos”, y luego comparten una investigación realizada por Tinder, que señala que “el tipo de pareja que las personas dijeron que estaban buscando no coincidía con el que realmente les interesaba”. 

Rick Hanson, en su libro El cerebro de Buda: la neurociencia de la felicidad, el amor y la sabiduría, explica que cuando cumplimos un deseo, la satisfacción es fugaz; aunque tuviéramos fe de sentirnos mejor por más tiempo. 

”El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión.“ (Maimónides).

Por otro lado, un proyecto iniciado en 1995, creado por los artistas rusos Komar & Melamid, buscaba identificar las obras pictóricas más estéticamente placenteras y las que no lo eran. Intentaban descubrir cómo sería el arte de un verdadero “pueblo unido”.  

Optaron por realizar una encuesta para determinar los gustos de diversos países; el proyecto amplió su alcance en internet en el sitio web Diaart, permitiendo a los visitantes ver las pinturas resultantes basadas en encuestas. 

Decisiones grupales donde todos aportaron. Y aquí recordamos también a la científica Rebecca Shiner, que presentó ante dos grupos nueve carteles que mostraban pinturas de artistas famosos. Los participantes debían escoger dos para llevarse a casa. 

A un grupo le dijo que podía cambiar de opinión sobre su selección, aun después de terminado el experimento. Al otro le indicó que su elección era final. 

Luego, se invitó a todos los participantes a completar una evaluación sobre su preferencia. Curiosamente, el segundo grupo se mostró más satisfecho al ser obligado a tomar una decisión definitiva.

El asunto es que, si no podemos confiar en nuestras decisiones, ¿en qué confiaremos? La vida es un juego donde nuestro albedrío juega un papel fundamental en el diario vivir. Tengamos seguridad en nuestro criterio para afrontar el mañana.

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