sábado , 23 noviembre 2024
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El genio es paciencia eterna

Frak Gálvez Locutor y periodista
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Cuando se hace referencia a un artista como el mejor de todos los tiempos, es porque ha creado algunas de las obras de arte más icónicas de la humanidad, además de estar separado de nosotros por varios siglos. Uno de los más afamados fue Michelangelo Buonarroti, quien no fue ajeno al fracaso, pero a menudo podía darle la vuelta: claro ejemplo de ello fue cuando tomó un defectuoso, enorme y delgado bloque de mármol, abandonado en un taller florentino durante décadas, y lo convirtió en su famoso David. 

Cuando Michelangelo fue asignado por el papa Julio II para pintar el techo de la Capilla Sixtina, se creía a sí mismo más escultor que pintor. Para él, trabajar un fresco a esa escala y con una superficie tan irregular era una tarea abrumadora. Una vez efectuó las primeras escenas y se bajó del andamio, miró hacia arriba y notó que las primeras 3 secciones eran difíciles de leer. Decidió adoptar un nuevo enfoque, ampliando las figuras y reduciendo su número en escena, lo que nos dio una de las imágenes más importantes para la historia del arte: La creación de Adán.

Aun así, las cosas no siempre salen como se planean. Otro proyecto encargado por el Papa fue una tumba de 3 pisos de altura, rodeada de 40 estatuas de tamaño natural. Michelangelo pasó 8 meses seleccionando el mármol para la misma, hasta que se acabaron los fondos; en aquel instante, el Papa le confió una misión diferente: pintar el techo de la Capilla Sixtina. Poco después de la ejecución de esa obra, el papa Julio II falleció. Era obvio que urgía terminar la tumba, y así reanudó el trabajo tallando el Moisés y otros dos esclavos, hasta que el proyecto se pausó de nuevo.

”Señor: concédeme que siempre pueda desear más de lo que puedo lograr.“ Michelangelo Buonarroti.

Posteriormente, fue rediseñada varias veces durante 40 años, más o menos, eliminando cada vez más estatuas, hasta que se convirtió en lo que es ahora: una tumba mural que ni siquiera es tal sino un monumento funerario, con la estatua de Moisés colocada en el medio. Posteriormente, el cuerpo del papa Julio II fue enterrado en la basílica de San Pedro. Entre los biógrafos, a este evento se le llamó ¨La Tragedia de la Tumba¨. Se dice que Michelangelo lamentó ¨haber perdido tanto tiempo de vida encadenado a ese sepulcro¨. Esto no opacó su trayectoria, e incluso su obra sin terminar es admirada a nivel mundial. Ningún ser humano se volvió interesante por no fallar, y un legado se establece en base a la dedicación y esfuerzo que pongamos en nuestras acciones. Dar todo de sí en lo que se hace, es un legado mayor que la fría roca. Meditemos en ello.

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