La Cuaresma 2021 está por finalizar y, con esto, la tradicional Semana Santa llega a muchos guatemaltecos. El olor a corozo, el colorido del aserrín y los árboles de jacaranda quedan atrás para dar paso a transmisiones en directo, videos de años anteriores, aromas y sabores que nuestro cerebro traerá a cuenta con cada escena vista en las pantallas más cercanas. La nostalgia es fuerte para muchas personas, sin importar la denominación religiosa en la que crean. Pero, como cada cabeza es un mundo, otros planean abiertamente adonde ir en estas cortas vacaciones. Olvidan por completo que aún no estamos fuera de la pandemia que ha afectado al planeta. Viven en una burbuja, donde ya está todo bien. Se pasean sin mascarilla, sin distanciamiento ni precaución.
Aunque la vida parece haber regresado a la normalidad, eso es algo que todavía no ha ocurrido, y probablemente falte aún mucho tiempo, años incluso, para que suceda. Ser responsables de las decisiones que tomamos es parte de lo que debemos reflejar en nuestras vidas. En la formación clásica se recalcaba que, al llegar la temporada de Cuaresma, teníamos que renunciar a algo o elegir una buena acción para llevarla a cabo. Cuando éramos niños, algunos desistíamos de comer dulces; pero nos vencía la tentación y terminábamos comiéndolos de todas formas.
”La Cuaresma es un buen momento para sacrificarnos, neguémonos algo para ayudar a los demás.“
Papa Francisco.
Ya en la edad adulta, muchos siguen igual: hay personas que no pueden renunciar a estar en aglomeraciones, salir a lugares públicos sin ningún motivo o continuar con sus rutinas sin el cuidado necesario. Cargan la mascarilla de adorno sobre la cabeza o la usan con la nariz de fuera. Para aprender un nuevo hábito solo bastan 28 días, esto quiere decir que, si deseamos cambiar, se requiere de un mínimo esfuerzo durante ese tiempo. Haciendo cuentas, un cambio de hábito lleva menos tiempo que la Cuaresma. Sí es posible renunciar a costumbres nocivas. Una mente sana, en un cuerpo sano.
A medida que envejecemos, deseamos más cosas y nos proponemos objetivos y metas. Una de ellas debe ser ponernos en el lugar de los demás. Hablo de ser conscientes y cuidarnos diariamente, pues con una persona que se enferme, todo nuestro círculo lo estará, si no se toman las medidas adecuadas. Concienciémonos por medio de nuestras acciones. No es momento de ser egoístas. Y aunque todos tenemos vidas ocupadas, confío en que ustedes que me leen puedan dedicarse plenamente a reflexionar estos días. Nunca es demasiado tarde para orar y meditar, Dios siempre está y sabe escuchar. Ora et labora.