lunes , 25 noviembre 2024
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Una crisis con rostro de mujer (I)

Por: António Guterres

Ahora que el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer en medio de una pandemia que afecta a todo el mundo, se perfila claramente una cruda realidad: la crisis de la Covid-19 tiene rostro de mujer. La pandemia está agravando las ya profundas desigualdades a las que se enfrentan las mujeres y las niñas, borrando con ello años de progreso hacia la igualdad de género.

Las mujeres tienen mayor probabilidad de trabajar en los sectores más afectados por la pandemia. La mayoría de los trabajadores esenciales de primera línea son mujeres, muchas de ellas pertenecientes a grupos marginados por motivos de raza u origen étnico y en la parte más baja de la escala de ingresos.

Las mujeres son un 24% más vulnerables a la pérdida de su puesto de trabajo y a sufrir una caída más pronunciada de sus ingresos. La brecha salarial entre hombres y mujeres, ya elevada, se ha agrandado, también en el sector de la salud. El trabajo de cuidados no remunerado ha aumentado drásticamente debido a las órdenes de confinamiento y a los cierres de escuelas y centros de cuidado infantil. Es posible que millones de niñas no vuelvan jamás a la escuela. Las madres, especialmente las solteras, han sufrido grandes adversidades y ansiedad.

La pandemia también ha desencadenado una epidemia paralela de violencia contra las mujeres en todo el mundo, con un aumento disparado del maltrato en el hogar, la trata, la explotación sexual y el matrimonio infantil. Entretanto, si bien las mujeres constituyen la mayor parte de los profesionales sanitarios, según un estudio reciente solo el 3.5% de los equipos de tareas de respuesta a la Covid-19 estaban integrados por el mismo número de hombres que de mujeres. En la cobertura informativa de la pandemia a nivel mundial, solo una de cada cinco fuentes especializadas era una mujer.

Toda esta exclusión constituye en sí misma una emergencia. El mundo necesita un nuevo impulso para avanzar en el liderazgo de las mujeres y la igualdad de participación. Está claro que de ello nos beneficiaremos todos. Las mujeres que ocupan posiciones de liderazgo han demostrado su capacidad y eficacia en la respuesta a la Covid-19. En el último año, los países liderados por mujeres han tenido tasas de transmisión más bajas y con frecuencia están mejor posicionados para la recuperación. Las organizaciones de mujeres han colmado lagunas cruciales proporcionando servicios e información críticos, especialmente a nivel comunitario.

Continuará…

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