Por: Rafael Argueta
Existen dos posibilidades para la electrificación rural: la primera es conectar a los usuarios a las redes de distribución y transmisión, que es la manera convencional; la segunda es conectando directamente un generador (menor a 5 MW), a cargas eléctricas puntuales, el cual puede estar aislado de las redes convencionales de distribución.
A esta segunda es a lo que se denomina “microrredes”, y puede contemplar la utilización de generación renovable como solar, eólica o hídrica, lo cual aportaría a tener otros beneficios socioambientales. Además utiliza un control centralizado, para el despacho y la distribución del suministro a los usuarios.
La pregunta es ¿cuándo se debe utilizar una microrred, en comparación con una conexión convencional? La respuesta está en lo que se requiere invertir para llegar a comunidades que se encuentran muy alejadas o con condiciones geográficas de difícil acceso, lo que hace muy probable que llegar con líneas de transmisión a estos lugares no aporte los beneficios esperados, ya que se construirían redes muy largas y expuestas a los elementos naturales, lo cual presentaría problemas por interrupciones constantes.
Es en estos casos donde una microrred aislada es una mejor opción, desde el punto de vista técnico y económico. La otra consideración es que se cuente con alguna fuente de energía renovable que pueda ser utilizada para la generación, por ejemplo: cerca de un río utilizable, que en el caso de Guatemala tiene una posibilidad muy alta, aunque siempre es posible alternar alguna de estas fuentes con generación a base de combustibles fósiles (búnker, diésel o gasolina), pero no lo más recomendable si lo que se está buscando es sostenibilidad medioambiental.
Cuando se utilizan sistemas de generación intermitente, como la solar y la eólica, es necesaria la utilización de sistemas de almacenamiento de baterías, lo cual puede sumarles costos importantes a los proyectos de microrredes.
En los últimos años, los costos de estas tecnologías tienen una tendencia a ser cada vez menores. Aunque los proyectos de microrredes renovables sean factibles desde el punto de vista técnico y se puedan justificar económicamente frente a la opción de llevar la electrificación por líneas de transmisión, la clave estará en la gestión y el financiamiento de los proyectos.
Existe un Plan Indicativo de Electrificación Rural, emitido recientemente por el Ministerio de Energía y Minas, que considera la posibilidad de que existan tecnologías de electrificación por microrredes y “usuarios autoproductores aislados”, sobre todo en el caso de altos costos de electrificación y largas distancias desde el punto de conexión más próximo, los cuales pudieran ser cubiertos por aportes del INDE o del Gobierno Central. Aun así no están claros los mecanismos para accederlos, por lo que queda una tarea pendiente para determinar la manera en que esto se haga posible, así también la participación activa de las comunidades.
