MSc. Elsie Sierra Belches [email protected]
Desde hace más de cuarenta años, la mujer ha ido ganando espacios en diversas áreas, buscando la promoción y desarrollo de las mismas féminas, pero también de sus comunidades. Y es que, en el mundo entero, el eje fundamental de las sociedades es la familia, la cual a su vez conforma las comunidades, los pueblos y las naciones. Estos también están integrados por diversos grupos, los cuales realizan distintas actividades con intereses definidos y se encuentran representados por sus respectivos dirigentes. Es en este mismo plano en donde las mujeres forman parte de uno de estos sectores, ya que han sido consideradas solamente para los trabajos domésticos y la educación de los niños en casa, mientras las labores fuera del hogar eran exclusivamente para el hombre.
Surge entonces la denominada emancipación de la mujer o la llamada liberación, un movimiento de tipo histórico, en la cual inciden ciencias como la Sociología, la Antropología y otras de carácter social. Es también el desarrollo histórico por el cual las mujeres han reivindicado su igualdad legal, política, profesional, social, familiar y personal, en una sociedad en la cual se les había negado. Desde finales del siglo XVIII, durante la Revolución francesa, se inicia la lucha por los derechos de la mujer, denunciando que la libertad, la igualdad y la equidad sólo se referían a los hombres y no a las féminas.
Olympe de Gouges fue un ejemplo de las mujeres que lucharon por estos derechos, ya que es la autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en 1791, dos años después de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La demanda continúa y sigue vigente. Por tanto, las mujeres líderes que se hacen presentes en sus familias, comunidades, organizaciones, no solo representan a otras mujeres, sino también, son la cara de comunidades completas con intereses y necesidades diversas. El papel del empoderamiento de la mujer permite que desarrolle un rol esencial en lo económico, lo social y lo medioambiental, convirtiéndose de esta manera en un liderazgo transformacional que permite que sus voces sean escuchadas y exista una incidencia en las comunidades, logrando cambios y avances en las mismas. No se puede olvidar que el concepto sociopolítico de empoderamiento se origina en Estados Unidos, en los años sesenta, en los movimientos de derechos civiles, en los que se revela opresión y hay reclamo de equidad ante los cambios dentro de las relaciones de poder entre géneros. Hablar de empoderamiento implica impulsar cambios culturales sobre la relación de la mujer con el poder, ya que se convierten en agentes importantes en los procesos comunitarios, como estrategia en la lucha contra las carencias. Y es que debe reconocerse que la exclusión social incide en la no participación en los planos económico, político y educativo.
Por otro lado, el concepto de empoderamiento está ligado al de liderazgo. Para Gibson y Donnelly (2001), los líderes son agentes de cambio, personas cuyos actos afectan a otras personas. Por ende, el liderazgo ocurre cuando un miembro de una comunidad modifica la motivación, invita e incide en la misma, en la búsqueda de su desarrollo y crecimiento. En síntesis, es como estrategia en la lucha contra las carencias. Las mujeres líderes se forman también por necesidad, asumiendo la responsabilidad total de sus hogares y de los pueblos, debido a la migración de los hombres por la situación económica y, a veces, por la guerra interna en que se ven envueltos los mismos Estados. Las líderes deben hoy en día asumir espacios y responsabilidades, para lograr la equidad en el desarrollo socioeconómico y político de la sociedad. No se debe olvidar que, al final, lo que se busca y anhela es una sociedad democrática construida con la participación de todas y todos, al servicio del bien común y que contribuya a la construcción de una nación próspera con oportunidades para todos, sin exclusión alguna.