Por: Yolanda Sian Ramírez
Mujeres por la paz y el desarrollo
Los datos existentes en cuanto a la población guatemalteca por décadas han demostrado que el porcentaje mayor es femenino (casi 52 %), que la pobreza es sobre todo en áreas rurales (Alta Verapaz, Sololá, Totonicapán, Quiché y Suchitepéquez) y que afecta a la población indígena en forma diferenciada; es fácil concluir que la trillada frase que “la pobreza tiene cara de mujer indígena y rural” está respaldada por datos duros, realizados por instituciones tanto nacionales como internacionales.
El vivir en áreas de riesgo es una de las muchas dimensiones en que se manifiesta la pobreza, por lo que es válido afirmar que las mujeres son población vulnerable pues son ellas, sin importar la edad, las más afectadas por desastres naturales, conflictos por tierras, acceso a servicios de salud, sanidad, educación, acceso para personas con discapacidad, debiendo sumar a todo lo anterior, la diversidad de idiomas que existen en nuestro territorio nacional.
Es en este contexto, donde LA RESILIENCIA FEMENINA surge con la fuerza catalizadora y potencializadora que permite a nuestra sociedad seguir existiendo, a nuestra cultura sobrevivir el paso de los tiempos, con el ejercicio del liderazgo femenino que ha sido invisibilizado e ignorado, suplantado o disminuido.
Las mujeres son las primeras afectadas, pero las primeras en reaccionar en catástrofes naturales, sociales, políticas, económicas, quienes sufren las repercusiones más fuertes en tiempos de guerra o conflicto, quienes ayudan a la sobrevivencia de hombres y mujeres.
Ante esta realidad las políticas públicas deben tomar un nuevo rumbo, SEPREM desde su mandato legal de asesora y coordinadora de políticas públicas, incide y promueve que las instituciones ejecutoras actúen en el cumplimiento de sus funciones, desde el restablecimiento y respeto de los derechos humanos, aplicando no solo la Política General de Gobierno, sino el Plan Nacional de Desarrollo K´atun: Nuestra Guatemala 2032, así como los compromisos internacionales que en materia de Derechos Humanos se han ratificado para proporcionar servicios de salud, educación, desarrollo, seguridad, justicia y auditoría social, buscando que a las guatemaltecas se les proporcionen oportunidades en un marco de empatía, resiliencia, paz, respeto y armonía, que permita el cierre de brechas entre hombres y mujeres.