Por: José Valls Bedeau
Oficial de Políticas FIRST UE-FAO
A menudo se asocia la prevención de la desnutrición crónica y las acciones de la Ventana de los Mil Días al sector desalud; sin embargo, la evidencia generada en los últimos años subraya la necesidad de abordar la desnutrición con un enfoque multisectorial, mediante acciones indirectas de diferentes sectores que acompañen a las intervenciones específicas del sector salud.
La nutrición comienza con lo que comemos: los alimentos. Las frutas, verduras, huevos, tortillas, miel, y demás alimentos que llevamos a la mesa son producidos por agricultores familiares; en el caso de América Latina, hasta el 70 % de los alimentos provienen de la agricultura familiar. En este sentido, se ha visto cómo este sector es clave para mejorar la alimentación y la nutrición de todos los integrantes de la familia, incluidos los niños y niñas dentro de la franja de la Ventana de los Mil Días, período crítico para la prevención de la desnutrición crónica.
Es vital que estas acciones partan de las necesidades alimentarias y nutricionales en esta franja de edad, para asegurar su impacto en la prevención de la desnutrición crónica y otras formas de malnutrición. Según The Lancet, 2013, las acciones sensibles a la nutrición en sectores diferentes a salud tienen el potencial de reducir el 80 % de la carga del retraso en crecimiento.
La adecuada nutrición constituye el objetivo general de las principales políticas públicas relacionadas con la seguridad alimentaria y nutricional en Guatemala, como es el caso del Programa de Agricultura Familiar para el Fortalecimiento de la Economía Campesina (PAFFEC), apoyado por la FAO y la Unión Europea, que busca garantizar la producción de alimentos y dinamizar las economías locales mediante el fortalecimiento de las capacidades productivas de las familias campesinas.
El próximo año comienza el Decenio de la Agricultura Familiar (2019-2028), que, junto al ya declarado Decenio de Acción sobre Nutrición (2016-2025), constituye una oportunidad extraordinaria para desarrollar, aún más, los importantes vínculos entre la agricultura familiar, la seguridad alimentaria y nutricional y el desarrollo sostenible. A través de la puesta en práctica de un abordaje de agricultura familiar sensible a la nutrición se puede seguir mejorando la producción de alimentos y los ingresos de las familias, permitiendo a la vez que estas mejoras reviertan en una mejor nutrición para todos.
