Escrito por: Consuelo Fernández
Muchos actores recurren al voluntariado de manera directa e indirecta.
¿Alguna vez hicieron algo por el bien de su comunidad o de alguien que no sea su familia, sin esperar una recompensa a cambio?Fue mi primera pregunta para las y los miembros del Consejo Comunitario de Desarrollo y los alcaldes auxiliares en El Edén, Guatemala. Sus respuestas: “¡Siempre! ¡Todos los días!”.
El Edén fue una de las 15 comunidades que participaron en la investigación para el Informe sobre el Estado del Voluntariado en el Mundo 2018 (SWVR), que fue presentado por el programa de Voluntarios de las Naciones Unidas (VNU) en el Foro Político de Alto Nivel sobre el Desarrollo Sostenible en Nueva York, cuyo enfoque se centró en la contribución del voluntariado local para la resiliencia comunitaria, y reveló tres aspectos fundamentales: primero, a nivel global, la mayor parte del voluntariado no involucra a alguna organización en particular, sino que es llevado a cabo por las personas en sus propias comunidades. Segundo, las comunidades identificaron dos características distintivas del voluntariado local que les permite afrontar las crisis. A través del voluntariado las personas pueden autoorganizarse en torno a sus propias prioridades. Tercero, la relación entre el voluntariado local y la resiliencia puede ser fortalecida a través del apoyo de los Gobiernos y otros actores en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Muchos actores (Gobiernos, organizaciones externas y de la sociedad civil) recurren al voluntariado local de manera directa e indirecta.
Cuando estos se relacionan con el voluntariado local solo como un recurso barato y disponible, el voluntariado y la resiliencia comunitaria pueden disminuir. Por tanto, los Gobiernos y otros actores pueden promover el voluntariado para la resiliencia, a través de la integración del voluntariado en las estrategias y planes de resiliencia a nivel nacional, incluida la participación de las y los voluntarios en la toma de decisiones.