Por: Jorge Ernesto Fingado
La reforma educativa debe hacerse este año, de manera que dentro de los programas educativos se incluya la obligatoriedad de las artes industriales, el uso adecuado de la tecnología y una supervisión real y eficaz a todos los establecimientos dedicados a la educación escolar en toda la primaria, básicos y diversificado. El ministro de Educación, sus viceministros, técnicos, supervisores y asesores están ahora en la capacidad de lograrlo, aprovechando el vigoroso impulso que el Ejecutivo está dando y, por supuesto, la buena intención y esfuerzo del presidente constitucional de Guatemala, Jimmy Morales Cabrera, a quien debe reconocerse sin ningún rodeo o acción de envidia, el enorme esfuerzo de haber logrado fortalecer acciones de desarrollo concertado a través del Gobierno y Presupuesto Abierto, actitud que me parece un avance positivo de la administración del Organismo Ejecutivo, que en coordinación con el Legislativo, Judicial, Corte de Constitucionalidad, iniciativa privada y organismos internacionales, están de acuerdo en combatir desde sus raíces la terquedad y haraganería de dejarlo todo al gobierno, utilizando términos como “es tarea del Estado”, como si Estado fueran solo las organizaciones públicas o privadas, cuando en realidad Estado lo formamos todos sin distinción alguna.
Conviene apuntar que la participación ciudadana es y sigue siendo el motor del desarrollo, porque sin unidad, organización y entrega de todos los guatemaltecos, incluyendo presidentes, no podemos avanzar con acierto a los principales ejes de trabajo gubernamental y privado sobre seguridad, educación, salud, comunicaciones y combate directo a las migraciones y tantos otros agentes que por su naturaleza desestabilizan a cualquier gobierno que impulse con valor el sistema democrático-participativo, que es y seguirá siendo la ruta más segura para lograr riqueza total y, ante todo, una herramienta eficaz contra los actos de corrupción desmedida del pasado reciente