Por: Julio López Payés
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El suministro de agua, en cantidad y calidad, que necesita todo ser humano depende, principalmente, de la captación que se hace de forma natural en las cuencas hidrográficas presentes en el territorio nacional. Ahora bien, para que esta captación sea factible, dichas áreas deben tener cubierta forestal, de modo que, en términos muy simples, el agua que cae como lluvia se filtre y almacene en el suelo; la presencia de cubierta forestal, como parte del manejo de cuencas, es la condición preponderante para asegurar tanto la producción de agua como la reducción de riesgos. Estos argumentos parecieran reiterativos y constantemente abordados en todo tipo de eventos o publicaciones, técnicas y científicas; sin embargo, siguen siendo una realidad.
Desde 1997 se han invertido recursos y desarrollado esfuerzos sistemáticos para recuperar e incrementar la cubierta forestal, principalmente a través del manejo sostenible de bosques y la reforestación. El incremento de áreas con árboles y el manejo de cuencas significa incrementar la capacidad de captar más agua.
El incremento de la cobertura forestal por sí solo no es sinónimo de éxito; es así que el manejo de cuencas, implementados de manera sistemática, debe ser una prioridad nacional para asegurar múltiples beneficios, principalmente el abastecimiento de agua, tanto en calidad como en cantidad.
Es interesante tomar en cuenta que en 2010, en el marco de los efectos de la tormenta Agatha, la FAO señalaba (Prensa Libre, 18 de junio de 2010) un manejo deficiente en 35 cuencas en Guatemala, e indicaba que en ese momento representó más de mil millones de quetzales en pérdidas en agricultura e infraestructura. El manejo de cuencas en Guatemala, por lo tanto, no debe postergarse más, dadas las implicaciones y riesgos que representa no hacerlo, toda vez que cada año será más difícil revertir los daños y, por lo tanto, reducir las pérdidas económicas y el gasto en emergencias. De esta cuenta, si no hay manejo sostenible de las cuencas, habrá más riesgos y pérdidas, y por lo tanto, menos agua.