Por: Báltica Cabieses Valdés, Programa Estudios Sociales en Salud, Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo
En términos de debate económico y de desarrollo del país, es ya frecuente escuchar a expertos de gobierno, organizaciones civiles y del mundo académico argumentar sobre la falta de innovación y la necesidad de transformación de materia prima en procesos productivos más complejos, rentables y sustentables. Esto va de la mano, por supuesto, con la urgencia de formar profesionales expertos mejor entrenados y capaces de enfrentar de manera ágil, asertiva y concreta los desafíos de desarrollo de un país de altos ingresos, que debe acelerar y sostener su desarrollo económico.
En este escenario, la formación profesional en investigación se vuelve esencial. Educar en ciencia, sea en la disciplina que sea, es entrenar a un individuo a cómo pensar de manera formal, rigurosa y sistemática. Es enseñar acerca de cómo absorber la realidad, cómo cuestionarla, cómo desgranarla y, sobre todo, cómo reinventarla. Enseñar sobre investigación es, especialmente, enseñar una forma de ser profesional que es única y superior a la formación no científica. Enseñar sobre investigación se asocia a competencias transversales como pensamiento crítico, pensamiento creativo, capacidad de argumentación y debate, capacidad de crítica y autocrítica, entre otros. Si bien se acepta que formar en ciencia a nivel profesional es importante, no existe hoy en Chile una posición unificada sobre los contenidos que se deben tratar, su profundidad o sus metodologías de enseñanza.
En mis 18 años de trabajo en docencia de pregrado y posgrado en carreras de la salud, así como de investigación en salud, he probado, fracasado, y también desarrollado con algún éxito distintas intervenciones de enseñanza- aprendizaje para la formación en ciencia en salud. De esta experiencia acumulada, quisiera profundizar en cinco aspectos que me parecen prioritarios para la reflexión y el debate.
En primer lugar, enseñar sobre investigación debería ser un contenido mínimo de formación profesional. No debería haber profesión alguna en Chile que no enseñe a nivel de pregrado el método científico y su importancia para la formación profesional.
En segundo lugar, para las disciplinas aplicadas existe la oportunidad de enseñar de manera balanceada los paradigmas cuantitativos y cualitativos de investigación. Hacerlo podría potenciar la interdisciplina, ampliaría la forma de observar la realidad a nuestros profesionales y, como consecuencia, generaría nuevas soluciones.
En tercer lugar, me parece importante desarrollar perspectivas que integren la idea de la ciencia para la generación de conocimiento con la ciencia que intenta resolver problemas. Ambas aproximaciones aportan, ayudan a crecer, y no necesitan competir.
En cuarto lugar, si bien la ciencia se puede enseñar solo de manera teórico-conceptual, la evidencia demuestra que permea mejor en el estudiante cuando es complementada con experiencias reales de investigación durante la formación profesional.
Por último, la ciencia que es enseñada por quien se dedica a esta de manera formal y activa es, sin lugar a dudas, la mejor herramienta de motivación y de aprendizaje para el alumno. El modelaje de la ciencia es, en definitiva, el motor de cambio para responder a las necesidades de nuestro país y el mejor ingrediente para la formación en investigación a nivel universitario. La política nacional de becas de formación de posgrado es, en este sentido, una posible oportunidad de capital humano universitario para la formación en ciencia y para la unificación de criterios de contenido y calidad de la enseñanza de investigación en Chile.