Por: José María Godoy Palacios
La mayoría de guatemaltecos somos personas honestas y trabajadoras que día a día nos despertamos con el deseo de un mejor futuro y oportunidades para nuestras próximas generaciones.
Como guatemalteco, padre de familia, abuelo, amigo y funcionario público expongo mi deseo de paz y que cese la violencia de nuestro bello país.
Estoy seguro que todos salimos de casa con el deseo de volver y reunirnos con nuestros seres amados, lamentablemente no todos tenemos la suerte que así sea.
Pues se ha vuelto normal ver o escuchar en los medios de comunicación el alto porcentaje de muertes a causa de la violencia que afecta a niños, adolescentes, adultos y personas mayores. Todos deseamos y exigimos la paz tan anhelada, ¿pero qué hacemos para obtenerla?, seremos nosotros capaces de vivir a diario con todos los valores que se requieren para alcanzarla, somos entes generadores de tolerancia, solidaridad, respeto a nosotros y hacia la dignidad de la persona ajena y todos los aspectos que un día nos llevarán al lugar tan deseado o el que deseamos dejarles a nuestros hijos. El 30 de enero es conocido en diferentes países como el Día Escolar de la No Violencia y la Paz (Denip) el cual fue declarado por primera vez en 1964. Es un día en el cual diferentes establecimientos educativos se convierten en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta raza, cultura, religión, condición económica o ideología.
Vivamos este día como una oportunidad para servir como instrumentos de paz y entendimiento entre ciudadanos.
Recordemos que es responsabilidad de todos inculcar a los pequeños, conocimientos y valores que contribuyan a nuestro país y que nosotros como adultos les mostremos con acciones y no solamente con palabras.
Educando a los menores para la vida, donde puedan desarrollar capacidades y competencias necesarias para una mejor sociedad.
Desde nuestra perspectiva, contribuimos a la no violencia desde nuestra participación en la sociedad, pero a nivel institucional nuestro Programa Hogares Comunitarios inculca esos mismos valores a todos nuestros niños y niñas menores de seis años, que sus padres han confiado a nuestro cuidado.
Juntos acabemos con las cadenas de indiferencia que se viven en nuestra sociedad.
Contribuyamos a la construcción de un mundo mejor, un mundo más justo y más humano, que permita que todos los individuos desarrollen plenamente sus facultades.