El liderazgo abrazador y dialogante era necesario para avanzar en reformas estructurales.
Toda elección se define sobre ciertos ejes identitario-discursivos que enmarcan la estrategia, mensajes y actuar de los candidatos en pugna, y funcionan como polos diferenciadores. Por ejemplo, las campañas en Chile de 1989 y 1993 estuvieron definidas por el eje autoritarismo versus democracia, y economía de mercado sin limitaciones versus economía de mercado regulada. Esto cambia radicalmente en la campaña de 1999 entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín. Allí emerge un clivaje pos-Pinochet, concentrado en el “cambio”, y en el famoso “cosismo”, de la mano con imágenes públicas individualizadas y la exaltación de atributos personales.
La elección presidencial de 2005, pasa del eje cambio/continuidad a uno de liderazgo inclusivo/liderazgo tradicional. O, si se quiere, se profundiza una tendencia hacia el desarrollo de campañas centradas en los atributos personales de los candidatos. Gran parte del discurso de Michelle Bachelet se construye sobre una historia familiar tortuosa, carisma, calidad de mujer, madre de familia, promesa de inclusión femenina y una separación del sistema de partidos políticos de orden tradicional.
La elección de 2013 sigue la misma tónica, pero ahora el liderazgo inclusivo (versus un liderazgo agresivo y defensor a ultranza del statu quo), se radica en un discurso ya no de género, sino social redistributivo. El liderazgo abrazador y dialogante era necesario para avanzar en reformas estructurales que equilibraran la balanza de oportunidades y libertades para todos.
La elección presidencial en curso se caracteriza por un clima de desconfianza hacia la clase política y un cúmulo de figuras prominentes, pero artífices, a la vez, de una crisis moral de proporciones. Una desconfianza que se profundiza a la par de cierto caos político que ve la emergencia de liderazgos y discursos populistas versus una ausencia de liderazgos éticos que le otorguen un norte probo, realista y responsable a una ciudadana huérfana y hundida en un mar de materialismo, abuso y desmantelamiento del tejido social.