Bajo la firme creencia de que uno forja su propio espacio al aprovechar cada oportunidad que le presenta la vida, Luis Díaz se ha consumado como arquitecto, pintor y escultor. Considerado pionero del arte conceptual en el país, su trayectoria en la plástica será reconocida el próximo martes con el premio Carlos Mérida. En el marco de este acontecimiento, el creador se convierte en uno de Los de siempre y nos recibe en su hogar, ese espacio que en más de una ocasión quiso transformar en bosque petenero.
Reconocido
Para Luis Díaz (Guatemala, 1939) ser distinguido con el Carlos Mérida 2018, premio concedido por el Ministerio de Cultura y Deportes, significa llegar a lo más top del arte nacional. Le emociona, además, obtener un reconocimiento que lleva el nombre de un creador al que conoció, y cuyo trabajo admira y describe como “magnífico”.
En busca de su talento
En el caso particular de Díaz, el galardón concedido a destacados creadores de la plástica nacional honra una trayectoria de 6 décadas. A los 14 años, junto a hermano Julio, Luis ingresó en el Taller de Tornos de la Dirección General de Caminos, donde por 7 años aprendió a dominar distintas técnicas y materiales, como el metal. En ese período, recuerda, descubrió su capacidad para la formación autodidacta, gracias a la cual comenzó a crear sus propios diseños.
Su interés, afirma el artista, era aprender cuanto fuera posible, para dar a la escena nacional una propuesta dinámica. Sus impulsos, agrega, lo llevaron a experimentar distintos matices del arte visual, pero también a conocer a grandes exponentes de diferentes disciplinas, como Efraín Recinos, Joaquín Orellana y Manuel José Arce. “Es la historia de un joven que salió en busca del talento, lo encontró y se quedó a vivir en él”, confiesa.
Según Díaz, su mayor arma siempre ha sido despojarse de los miedos y complejos, pues solo así se alcanza la libertad en el arte.
Sus piezas, manifiesta, tienen el fin de convertirse en un ejemplo para los individuos y mostrarles que, con sacrificio y esfuerzos, las obras pueden alcanzar una fuerza contundente y hablar por sí mismas.
En su deseo de experimentación, a lo largo de su carrera, el artista ha compaginado la escultura, la pintura y la arquitectura y, más allá de sus exposiciones individuales, ha sido parte de bienales tan importantes como la de París. “Es necesario alcanzar la madurez, ya que es la que otorga la calidad visual para percibir la belleza cultural en cada espacio social”, finaliza.