Tras años en las listas de favoritos, el 8 de octubre de 1998, cuando estaba a punto de subir a un avión en Fráncfort, José Saramago (1922-2010) supo que por fin le habían concedido el Nobel de Literatura. En su país, Portugal, más que felicitaciones, el autor recibió palabras de agradecimiento de un pueblo que vivió el premio como colectivo. Así lo recuerda 20 años después una exposición en Lisboa.
Reflejo de la euforia
Fueron cinco días los que tardó el escritor en llegar a la capital lusa, después de que le fuera concedido el Nobel. La euforia y el orgullo local con el que fue recibido está plasmado en Nuestro premio: 20 años del Nobel de José Saramago, una colección que puede visitarse en la Biblioteca Nacional de Portugal y que incluye periódicos, cartas y telegramas de felicitación, y otros elementos del legado del autor.
“¿El Nobel es nuestro o de él?”, escribía el semanario O Independente en uno de los recortes de periódico que están expuestos, junto a otro de Diário de Notícias que reza “Saramago, un nobel portugués”. El escritor pronto recibió las felicitaciones de personalidades como el expresidente luso Mário Soares, la poeta portuguesa Sophia de Mello Breyner o los escritores españoles Juan José Millás y Juan Marsé, incluidas en la muestra.
Pero, además, miles de ciudadanos anónimos quisieron darle las gracias y buscaron, por todos los medios, que sus textos llegaran al escritor. “Hay muchas cartas de lectores que escribieron a las editoriales de Saramago en España, en Portugal o en Brasil. También a la Asociación de Prensa, al Instituto Camões. O sencillamente ponían ‘Lanzarote’ y la carta llegaba porque en Correos ya sabían dónde vivía”, explicó Ricardo Viel, de la Fundación José Saramago.
Además de evocar la euforia portuguesa, la exposición de la Biblioteca Nacional exhibe el diploma del Nobel y dos de los manuscritos originales donados a la entidad, de Alzado del suelo y El año de la muerte de Ricardo Reis.
*Con información de EFE