Un diálogo entre Picasso y Picabia es lo que propone una exposición en Barcelona que reúne no menos de 150 obras de ambos, entre pinturas, dibujos, grabados y documentos de archivo, como revistas, cartas y fotografías.
La exposición Picasso-Picabia. La pintura en cuestión, que estará abierta en la Fundación Mapfre desde mañana y hasta el 13 de enero, revela las historias cruzadas entre estos dos artistas, el malagueño Pablo Picasso (1881-1973) y el parisino de origen hispanocubano Francis Picabia (1879-1953), y su relación y actitud ante una misma realidad cambiante.
La comisaria de la muestra, Aurélie Verdier, conservadora del Museo de Arte Moderno del Centro Pompidou, subrayó que “en un principio parece tratarse de figuras casi antagónicas en su manera de entender el arte, pero en esta exposición se descubren muchos puntos en común en su obra, lo que nos permite conocer mejor su ambigua y singular relación”.
Ambos artistas son de la misma generación, y en sus inicios en París entre 1904 y 1905, cuando todavía no eran muy conocidos, había, según la comisaria, “una consonancia en sus nombres que daba pie incluso a confusiones, presentados a veces como falsos gemelos”.
Los artistas
Los dos artistas trataron el tema de las españolas y la temática hispánica, como puede verse en una sala en la que contrastan dos retratos de mujeres con mantilla o el recurso de la tauromaquia, tratado por Picasso de forma más abstracta y por Picabia de un modo más realista.
Picabia era un provocador y eso convirtió la relación entre ambos en “asimétrica” y además sus orígenes sociales son diferentes: “Picasso crece en el París de la bohemia, mientras que Picabia, proveniente de los ambientes burgueses, cultiva una pintura herencia de Sisley y Pissarro, como si fuera un impresionismo tardío”.
En común
Por esta razón, argumenta Verdier, comienza la exposición en el momento que tienen en común, el cubismo, ilustrado por obras como El árbol (1907), de Picasso, o Jeune fille, de Picabia.
De forma paralela a la trayectoria de cada uno de ellos, la muestra pretende también hacer un recorrido por la historia del arte desde el inicio de las primeras vanguardias hasta el comienzo de la abstracción, un camino que recorre la aparición del cubismo con Picasso como protagonista, y su derivación órfica, por la que Picabia se decanta, el nacimiento del dadá en 1915, del que Picabia es una de sus figuras fundamentales.
Tampoco se olvida la exposición el ambiente surrealista que se respira en el París de aquellos años, o la coincidencia de ambos artistas en la ciudad de Barcelona en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, donde el francés lanza su revista 391.
Hasta 1925, tras la vuelta de Picasso al clasicismo, ambos comparten el gusto por lo que se ha querido denominar “la época de los monstruos”, en un momento en el que coinciden durante distintos veranos en la Costa Azul francesa.
De esta época son Los enamorados de Picasso y El beso y Los enamorados (después de la lluvia) de Picabia.
El recorrido finaliza, indica la comisaria, con una selección de sus últimos lienzos: “Picasso vuelve incansablemente a la figura humana hasta su muerte en 1973, y Picabia, cuya carrera se detiene veinte años antes, reduce el acto de pintar a sutiles monocromos salpicados por puntos”.
En su opinión, ambos artistas comparten, además de su especial relación con la ciudad de Barcelona, el deseo de desafiar las convenciones pictóricas que la historiografía del arte ha establecido, y tanto uno como otro optan por “asesinar la pintura para rejuvenecerla”.
La comisaria asegura que esta es la primera vez que los dos artistas están juntos en una exposición, en la que se presentan obras excepcionales fruto de préstamos públicos y privados.
*EFE