Reinas, duquesas, esposas, amantes, doncellas … las mujeres han sido históricamente la fuente de inspiración de los cuadros que hoy reinterpreta la fotógrafa Lilya Corneli, cediendo el protagonismo a musas actuales.
“Quiero dar a las mujeres la posibilidad de sentirse bien, poderosas y reafirmarse en su poder. Es el motivo por el que puse en marcha la idea”, cuenta Corneli, cerebro detrás del proyecto #serunamusa (#tobeamuse, en inglés).
Ella, de origen armenio, estudió economía pero la fotografía y la pintura siempre han sido su pasión y su refugio. Por eso, cuando se mudó, hace unos años, a Viena, una ciudad nueva en la que no conocía a nadie, no tardó en descubrir salas de conciertos y exposiciones en la capital austriaca.
“Fue entonces cuando conocí en profundidad la obra de Egon Schiele y me emocionó muchísimo. Además, vi uno de sus cuadros (Mujer reclinada con medias verdes, 1917) y pensé: ‘se parece a mí’. Así que decidí hacer mi propia versión”, recuerda Corneli, en declaraciones a Efe en Viena.
El éxito en las redes sociales fue inmediato, así como los comentarios de familiares y amigas que querían ser musas de su propio retrato. Así nació, hace casi dos años, el proyecto.
Hasta hoy varias decenas de mujeres -y un solo hombre- han posado frente a su objetivo reconvertidas en musas de gran genios universales, como Picasso, Klimt, Van Gogh o Matisse.
La última en hacerlo ha sido una mujer junto a sus dos hijas, para el cuadro Las hijas de Catulle Mendes (1988) de Pierre-Auguste Renoir, y es que para este proyecto la fotógrafa no trabaja con modelos, sino con mujeres anónimas.
“En la sociedad hay cánones, querer ser como esta o aquella modelo y creo que es un error. Todos somos diferentes y en esa variedad está la belleza”, apunta la mujer, que prefiere no revelar su identidad. Las candidatas se ponen en contacto con Corneli, que les pide que le envíen fotos y una breve historia de sí mismas. Después, comienza un proceso de investigación para dar con un cuadro que encaje.
“Por ejemplo, una mujer me dijo que nunca se vestía de rojo, y yo elegí para ella un retrato con vestuario rojo y con un maquillaje muy llamativo”, recuerda la fotógrafa de 40 años de edad, quien asegura que el proyecto también sirve para divulgar el arte y la cultura en general.
Con ella, trabajan de forma altruista otras tres mujeres: la maquilladora Ekaterina Bobrova, la estilista Olga Shlyomer y la administradora del proyecto Diana Stoynova.
“Todas entendemos perfectamente la idea de ‘musa’ que queremos transmitir con este proyecto”, cuenta Stoynova, quien se encargada de gestionar el contacto con los colaboradores, que les ceden vestuario, accesorios, decoración e incluso escenarios para realizar la sesión de fotos.
El proyecto #serunamusa también ha llamado la atención de la famosa Galería Albertina, que les permitió hacer una sesión de fotos junto a los originales expuestos. Por el momento, trabajan en Viena y sus alrededores, pero esperan poder expandirse más allá de las fronteras austríacas.
*EFE