Durante la Cuaresma, la pasión de Jesucristo es representada no solo por las imágenes religiosas, también por esas escenas que, construidas sobre las andas, evocan distintos mensajes. Mas, alguna vez se ha preguntado ¿quién se encarga de crearlas? En esta ocasión hablamos con el altarero Juan Carlos Pérez, coordinador de la Comisión de Adorno del Santuario de San José y responsable del trabajo para el cortejo de Jesús Nazareno de los Milagros, del Domingo de Ramos.
La ilusión
“De niño, como muchos de los que somos cucuruchos, me llamaba la atención jugar a tener mi propia procesión”, recuerda Juan Carlos Pérez. Sin embargo, lo que empezó como una ilusión infantil, se convirtió en una pasión y con el paso de los años, decidió estudiar Restauración de Bienes Muebles y una Licenciatura en Arte.
Gracias a sus conocimientos, pero sobre todo al empuje de la devoción, en el 2012 Pérez comenzó a elaborar las decoraciones de las andas para la rectoría de las Beatas de Belén. Fue cuatro años más tarde cuando llegó uno de sus más grandes retos, el adorno para la procesión del Domingo de Ramos del Santuario de San José, una de las más grandes del país y que requiere no menos de 122 brazos para transportarse.
Técnicas
Pérez señala que a diferencia de otros altareros, su labor no la heredó de su familia, y por eso agradece los consejos y sugerencias que sus maestros le han impartido en el trayecto. Al inicio, rememora, sus obras se basaban exclusivamente en técnicas tradicionales, como la creación de piedras con papel y manta, y también duroport.
En la actualidad, a esto añade detalles como pintura al óleo, laminado en oro y plata, o el papel de china picado en tiritas para reproducir el verde de campos y praderas. Asimismo, suma métodos que aplica en su trabajo como restaurador de piezas de arte. “Se trata de innovar sin dejar atrás lo aprendido. Es una reinterpretación del conocimiento”, afirma.
Devoción
El altarero indica que la planificación de las escenas que vemos sobre las andas en Cuaresma, se realiza con cinco meses de anticipación. El ajetreo comienza un mes antes, cuando la comisión labora diariamente para conseguir un diseño que se adapte al mensaje catequético de la iglesia. “Nuestras familias ya saben que al salir del taller, nos dirigimos todas las noches al templo. Esto, más que trabajo es una devoción artística”, asegura Juan Carlos.